Avalado por buenas críticas en Italia y Francia, llega esta ópera prima de Giorgio Vasta, extraña, valiente, fallida. El tiempo material es un ejercicio de estilo que despierta asombro porque, a través de la voz narrativa de un niño, se despliega un periodo de la historia italiana, unos meses de 1978 de gran conmoción sociopolítica: en marzo la organización armada Brigadas Rojas lleva a su clímax sus actividades terroristas con el secuestro del primer ministro italiano y líder de la Democracia Cristiana, Aldo Moro, y el asesinato de su escolta. Moro será encontrado muerto en un coche en el centro de Roma, y el caso marcará un antes y un después en la política antiterrorista transalpina.
Vasta va colocando este telón de fondo estructurando su novela (la traducción es de César Palma) en trece episodios que recrean la vida de unos muchachos unos días concretos de cada mes de aquel turbulento año. Sus nombres son alegóricos: Nimbo, Rayo, Vuelo (tal cosa se justifica en la página 93). Pero enseguida se detecta la incongruencia entre la edad infantil del primero y su retórica literaria en primera persona, propia no sólo de un escritor experimentado, sino de un narrador que desea deslumbrar con un estilo singular: «De golpe, la presión del oxigenador aumenta, fulminando mi cara: me convierto en una nube líquida»; valga este ejemplo de las rarezas de una prosa que sólo hace explícito el asunto político de vez en cuando, lo que puede agotar la paciencia del lector mientras va conociendo a estos «brillantes, separados, hostiles. Lectores de prensa y oyentes de informativos con once años. De la actualidad política. Abstraídos y abrasivos. Críticos, lúgubres. Preadolescentes anómalos».
Publicado en La Razón, 12-I-2012