viernes, 24 de mayo de 2013

Entrevista capotiana a José Ovejero

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Ovejero.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Cualquier lugar que eligiera para siempre y sin poder salir jamás de él sería insoportable. No se me ocurre ninguno que pudiera desear en esas condiciones.
¿Prefiere los animales a la gente?
No soporto a la gente que prefiere los animales a la gente.
¿Es usted cruel?
No. Hago daño pero no me produce placer.
¿Tiene muchos amigos?
Sí, no sé si en comparación con otras personas, pero desde luego más de los que habría supuesto que tendría.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Se tienen amigos a veces a pesar de sus cualidades. No busco nada de particular; hay gente que me interesa o despierta mi afecto pero no creo que haya unas cualidades generales que me atraigan hacia ellos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Como no espero de ellos más que de mí, rara vez me decepcionan.
¿Es usted una persona sincera? 
Si eso significa que tiendo a decir la verdad, sí; si significa que siempre digo la verdad la pregunta no tiene sentido.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Con ocupaciones vulgares: leer, pasear, conversar, viajar.
¿Qué le da más miedo?
Morir de una larga enfermedad.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Escandalizarse significa emitir un juicio moral. Como no creo en la libertad del ser humano me resulta imposible escandalizarme. En todo caso me enfadan conductas que considero nocivas.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me resulta difícil imaginar no llevar una vida creativa. Pero en ese caso me gustaría pensar que habría sido investigador en algún campo que me hubiese exigido salir del laboratorio e ir a sitios que por algún motivo me resultasen nuevos o extraños (¿biólogo, antropólogo?).
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, corro y hago algo de gimnasia. Y, como tiendo a aburrirme haciéndolo, mientras tanto escucho audiolibros.
¿Sabe cocinar?
Sí. Cocino regularmente y creo que no lo hago mal pero sin mucha variedad.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Baruch Spinoza.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Quizá.
¿Y la más peligrosa?
Verdad.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
En varias ocasiones. Pero no después del momento de la ira. Mis pulsiones homicidas nunca han llegado a la fase de planificación.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy un izquierdista que cree mucho en lo público y poco en lo estatal.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Más valiente.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Nadie sabe cuáles son sus vicios principales. Y cuando lo intuye los disfraza de virtudes.
¿Y sus virtudes?
Sucede lo mismo que con los vicios. Solo que además solemos concederles más importancia de la que merecen.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Supongo que las de los momentos en los que podría haber sido feliz y no me atreví a serlo. Y las de los momentos en los que podría haber sido desgraciado y no me atreví a serlo.

T. M.