viernes, 31 de enero de 2014

Entrevista capotiana a Ramón Buenaventura

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida de Ramón Buenaventura.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi casa, claro; pero no me hace mucha ilusión la condena.
¿Prefiere los animales a la gente?
No, desde luego que no. De hecho, no me gustaría conocer a nadie que prefiriese los animales a las personas. Dicho lo cual, añadamos que algunos de mis mejores amigos fueron animales.
¿Es usted cruel?
Todos podemos ser crueles en un momento determinado, pero no: no me considero cruel; al contrario: más bien blandito.
¿Tiene muchos amigos?
En Facebook sí, mil setecientos y pico. En la vida real, algunos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Las cualidades de cada cual van saliendo con el trato. No hay exámenes previos para ser amigos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, no suelen.
¿Es usted una persona sincera? 
No siempre. No creo que nadie sea sincero siempre: no podríamos vivir en sociedad.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
No tengo tiempo libre. Ni lo quiero, por cierto.
¿Qué le da más miedo?
Los daños que puedan sufrir las personas queridas.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Primero, el fanatismo religioso y político; segundo la corrupción de quienes gestionan la sociedad.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Ganar dinero en otras actividades, seguramente; pero vaya usted a saber.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Poco.
¿Sabe cocinar?
No.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Ni siquiera llevando la imaginación a sus máximos puedo suponer que el Reader’s Digest me encargase a mí nada.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Las palabras no están llenas de nada. Son herramientas.
¿Y la más peligrosa?
Todas las que sirven para manipular, mentir, engañar; es decir todas, según contexto.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Izquierda. Creo que la sociedad y el ser humano pueden mejorar, y no será el capitalismo quien los mejore.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Una persona sin artrosis.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Apenas creo en el vicio.
¿Y sus virtudes?
Apenas creo en las virtudes.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Un salvavidas, sin duda alguna.

T. M.