En
1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía
que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se
entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que
sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora,
extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la
que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Irene Zoe Alameda.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir
jamás de él, ¿cuál elegiría?
Savannah
(Georgia, USA).
¿Prefiere los animales a la gente?
Las
personas somos animales. Me gustan los animales, me gusto.
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
Sí.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Complicidad
y lealtad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, por
eso lo son.
¿Es usted una persona sincera?
Sí.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Siempre
estoy trabajando, incluso cuando parezco estar descansando. Así soy feliz.
¿Qué le da más miedo?
Ya nada.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
Nunca he
pensado en esos términos, tal vez porque nunca me he sentido escandalizada.
Sorprendida, tal vez, por la mezquindad, pero incluso ésta tiene sus motivos.
Si no hubiera decidido ser escritora, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho?
Yo soy yo
y mi creatividad. La alternativa es no ser, así que el escenario propuesto no
se aplica.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí. ¿Me
pregunta cuál? Desde los seis años bailo (fui varios al Conservatorio), entre
los trece y los diecisiete hice atletismo, a los diecinueve me convertí en
instructora profesional de Aerobic y Fitness, y durante más de diez años trabajé
a tiempo parcial dando clase en gimnasios de Madrid y de Nueva York. Desde hace
más de dos décadas hago trabajo de tonificación y cardiovascular, con
regularidad de soldado. Yo lo llamo “entrenar”, aunque una vez me preguntó un
amigo: “¿Entrenar? Y ¿para qué prueba te entrenas?”
¿Sabe cocinar?
Sí, pero
no disfruto haciéndolo.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Albrecht
Dürer.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
Joy
(inglés).
¿Y la más peligrosa?
Es una
proposición: “De interés informativo”.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Buf.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Gata.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El arte y
la melancolía.
¿Y sus virtudes?
Mi
fortaleza y mi optimismo. (Nótese que uso el artículo para hablar de mis vicios
y el posesivo para designar mis virtudes…)
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Creo que
el agua me estorbaría demasiado para imaginar o recordar nada… Somos pura
contingencia.
T. M.