En
1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía
que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran,
Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez.
Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y
costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista
capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Ricardo Cano
Gaviria.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Los Estados Unidos de Europa, cuando al fin existan.
Mientras tanto me contentaría con Francia…
¿Prefiere
los animales a la gente?
Sin duda alguna, ellos no saben mentir; te comen o te
lamen…
¿Es
usted cruel?
A veces, cuando me pierdo de vista a mí mismo.
¿Tiene
muchos amigos?
No, porque encontrar un amigo es como hallar una aguja en
un pajar.
¿Qué
cualidades busca en sus amigos?
La empatía y la lealtad.
¿Suelen
decepcionarle sus amigos?
Sí, pero supongo que no pocas veces también yo los
decepciono a ellos…
¿Es
usted una persona sincera?
Sí, pero la sinceridad es una hipótesis… Mejor dicho, una
aspiración…
¿Cómo
prefiere ocupar su tiempo libre?
Desde que aprendí a
leer y a soñar, la curiosidad no me deja tiempo libre.
¿Qué
le da más miedo?
Los espacios interestelares de Pascal y la estupidez
humana.
¿Qué
le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El canibalismo de la sociedad civilizada… Que el precio
de la carne humana suba y baje en el mercado de divisas como el de cualquier
otra mercancía…
Si
no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Viajar y vivir del cuento como Ulises.
¿Practica
algún tipo de ejercicio físico?
Caminar… ¿soñar
despierto se considera como un ejercicio físico?
¿Sabe
cocinar?
Sí, especialmente
lentejas y otros platos humildes, más o menos bíblicos…
Si
el Reader’s Digest le
encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a
quién elegiría?
A Sísifo o a Ícaro,
entre los mitológicos. A Leonardo o a Baudelaire, entre los históricos…
¿Cuál
es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
¡Mierda!
¿Y
la más peligrosa?
Dios.
¿Alguna
vez ha querido matar a alguien?
La mayor parte de
las veces ya se me habían adelantado.
¿Cuáles
son sus tendencias políticas?
Soy un progresista
pesimista… Me guía el pesimismo del entendimiento y el optimismo de la
voluntad, como decía Gramsci.
Si
pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Protector de animales en vías de extinción…
¿Cuáles
son sus vicios principales?
El orgullo y el
rencor.
¿Y
sus virtudes?
Mi mujer me sugiere
que ponga aquí que soy un tío inteligente, con sentido común y con ironía. Y
también muy trabajador y constante…
Imagine
que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían
por la cabeza?
Me acordaría de
Jonás y de la suerte que tuvo… Y le
diría a Dios: si te queda alguna, mándame otra ballena…
T. M.