sábado, 28 de junio de 2014

Entrevista capotiana a Teresa Soto

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Teresa Soto.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una ciudad parecida a Estambul.
¿Prefiere los animales a la gente?
No. A pesar de que a veces creo que sí.
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
Bastantes. Me sorprende.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No busco. Si la relación existe y nos enriquece a ambos ya es mucho. Pero el sentido del humor, la generosidad y la lucidez son cosas que casi todos comparten.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
En general no.
¿Es usted una persona sincera?
Sí.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Se me da mal.
¿Qué le da más miedo?
El miedo. Perder a un ser querido. El dolor. También grandes masas de agua, sobre todo por la noche.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La tortura, la censura.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Lo de ser escritor daría para una reflexión aparte. Pero si no escribiera, si el ejercicio de escribir se sustituyese por otro, no sé, tal vez una actividad solitaria y terca, como la entomología, por ejemplo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Subo y bajo escaleras. Camino. Quiero aprender a hacer esgrima.
¿Sabe cocinar?
Sí.
Si el Reader’s  Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre un ‘personaje inolvidable’, ¿a quién elegiría?
Gypsy Rose Lee.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amor.
¿Y la más peligrosa?
Justicia.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. Pero sí que de forma imperceptible alguien desapareciese de mi vista.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Anarquismo blando.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Neurólogo.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La desconfianza, el desaliento.
¿Y sus virtudes?
Aquí escritas no lo parecerían.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Siempre temí morir así. Se me pasaría por la cabeza algo así como ‘Lo sabía’ y ‘Ojalá que sea dulce como dicen’.

T. M.