En
1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía
que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se
entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que
sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora,
extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la
que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Guillermo Samperio.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La
Florencia de los años 60.
¿Prefiere los animales a la gente?
Quiero a
ambos con la misma intensidad.
¿Es usted cruel?
Lo intento.
¿Tiene muchos amigos?
No.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que no
sean pedantes. Ningún extremo.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Alguno.
¿Es usted una persona sincera?
Intento
serlo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
En estar
acostado y viajar.
¿Qué le da más miedo?
El ser
humano.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
Los
extremos de todo tipo de nazismo.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho?
Pintor o
astronauta.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Caminar
por las calles.
¿Sabe cocinar?
Lo
necesario.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
En principio, a
Homero y sé que es demasiado pedir, a Roberto Arlt, Rulfo y Virgilio.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
Corazón.
¿Y la más peligrosa?
Puñal.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí, pero
me abstuve porque no soy Dios.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy
abstemio político.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Descubridor,
capitán de submarinos y extraterrestre.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El tabaco,
marihuana, filmes excelentes, la literatura y la desnudez del cuerpo humano.
¿Y sus virtudes?
Escribir,
ver pintura, dibujar, la paciencia, la hermandad. Tal vez la didáctica. Mi
hija.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
El momento en el que
Odiseo pasa frente a las sirenas. Optar por las sirenas es la perdición y tal
vez la locura. Preferiría una femineidad humana como: Marilyn y Helena.
T. M.