En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la
autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama,
1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas
preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres,
ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana»,
con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Xavier Roca Ferrer.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Europa. Y, dentro
de Europa, Roma.
¿Prefiere los animales a la gente?
Según cuales. Mme.
de Staël decía: Cuanto más conozco a los hombres, más me gustan los perros. A
mí también.
¿Es usted cruel?
Creo que no.
¿Tiene muchos amigos?
Los suficientes.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
La inteligencia y el sentido del humor. Suelen
ir unidos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Raras veces. No me
vale cualquier cosa.
¿Es usted una persona sincera?
No soy hipócrita.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo, escribiendo,
escuchando música, viajando...
¿Qué le da más miedo?
Tener que vivir la
muerte de un ser querido.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El fanatismo en
todas sus formas.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa,
¿qué habría hecho?
Música.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Nadar.
¿Sabe cocinar?
Lo justo para no
morirme de hambre.
Si el Reader’s Digest le
encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a
quién elegiría?
El escritor checo Bohumil Hrabal, el Joyce
centroeuropeo, y un Premio Nobel que no fue.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Tolerancia.
¿Y la más peligrosa?
¿Y la más peligrosa?
Verdad.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Todos los días al
leer el periódico.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Liberal
dieciochesco.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Tal vez un piano de
cola: un Bechstein, por ejemplo.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Hábitos, que no
vicios. Ninguno perjudica a nadie, de modo que no cuentan.
¿Y sus virtudes?
La curiosidad y la constancia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema
clásico, le pasarían por la cabeza?
Una famosa escena de la película
"Pinocho".
T. M.