En la
contracubierta de Alma en las palabras. Poesía reunida 1990-2010
(Renacimiento), se puede leer sobre mi trayectoria literaria: “… ya ofreció un
muy particular conjunto de poemas, dentro del libro misceláneo El gran impaciente.
Suicidio literario y filosófico (2005), hoy reconvertido en la apócrifa Antología
poética del suicidio (siglo XX) (2015). Ésta complementaría el presente
volumen…” Pues bien, he aquí ya ese complemento tan particular, en su género
y en su forma. Lo edita Ultramarina Cartonera, en una mixtura de literatura y
arte asombrosa. En YouTube el interesado podrá ver cómo trabaja este equipo haciendo de
cada ejemplar de cada libro, reciclando cartón, un objeto único e irrepetible, pues un artista
determinado se encarga de ilustrar cada cubierta. En mi caso, tengo el honor de
tener como ilustradora a Sandra Carvajal:
He aquí la nota preliminar del libro para quien
tenga curiosidad sobre la selección de poetas suicidas contemporáneos que he
llevado a cabo:
“La
siguiente antología de poetas, hasta ahora poco editados o completamente
inéditos, propone dilucidar cuál fue el fin concreto de diversos personajes que
cometieron un ¿crimen? contra ellos mismos, así como qué motivos hubo para tal
decisión. Se trata de escritores casi ocultos: secretos para la mayoría de
lectores; simples conocidos para unos cuantos expertos en diferentes
literaturas; una anécdota para los estadistas más propensos a encasillar los
tipos de suicidio, así como para los científicos, volcados en desentrañar lo
orgánico de una voluntad que procede del alma y sus zonas intangibles y
complejas asociadas al instinto, la desesperación o la razón.
El
japonés Akira Vareto nos sumerge en un mundo tradicionalmente ligado a la firme
voluntad de morir desde el harakiri medieval, pasando por los kamikazes de la
Segunda Guerra Mundial hasta los oficinistas que se lanzan al metro creyéndose
inútiles para su trabajo. El griego Betadakis Gallis nos enseña el impulso más
masoquista del tedio de existir. El chileno Carlos Serena Ibáñez exhibe la
incapacidad para esquivar las dudas artísticas. La jovencísima alemana Irmtraud
Schrempf ejemplifica el sereno enfrentamiento a una salida precoz que ha sido
sometida a la reflexión. La cubana Liuba Siam Novoa nos trae a la memoria la
idea de Émile Durkheim, en Le suicide.
Étude de sociologie, de que «la temperatura tiene una influencia directa
sobre la tendencia al suicidio; de que el calor, por la acción mecánica que
ejerce sobre las funciones cerebrales, arrastra al hombre a matarse». El
estadounidense Michael Stewart nos confirma que en el alcohol acaban mezclándose
peligrosamente la tristeza, la soledad y el talento poético. El australiano
Stephen Baily constituye el reflejo de la locura total y de las muertes
increíbles. El etíope Yassu simboliza el ancestral sacrificio comprometido con
la tribu. Los irlandeses Liam Gogharty y Laureen O'meara, con su recíproco amor
y sus vidas ancianas, nos transmiten la esperanza de cómo una muerte elegida
puede ser una liberación suave. Y, por último, surge el misterio y la
incertidumbre de un innombrable suicida español cuyo anonimato, en realidad,
esconde el nombre de cualquiera de nosotros.
Tanto
la Antología poética del suicidio (siglo
XX), de la que hay página en Facebook,
como Alma en las palabras. Poesía
reunida 1990-2010 se presentarán en Sevilla, en La Carbonería, calle
Levíes, a las 20 horas el próximo lunes 1 de junio. Tendré el gran placer de
estar acompañado de Antonio Rivero Taravillo.