En
1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía
que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se
entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que
sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora,
extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la
que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Tanya Cosío.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
No
he podido elegir ni siquiera en qué casa quedarme por mucho tiempo. Mi vida ha
girado entre tres ciudades de México: Guadalajara, Jalisco, San Cristóbal de
las Casas, Chiapas, y la Ciudad de México. En algún momento intenté vivir en
Francia o en España y no lo soporté. Pero un lugar que me atrae es Islandia.
Claro, quizá porque no conozco. Siempre quiero salir. Hasta ahora, me he mudado
aproximadamente cien veces. Aunque ahora, con el nacimiento de mi pequeña,
necesito quedarme en un solo sitio por unos años. Pero eso sí, siempre
viajando.
¿Prefiere los animales a la
gente?
Creo
que seleccionaría a ciertos animales y a ciertas personas. Pero en general,
prefiero los árboles.
¿Es usted cruel?
Sí. Suelo ver al
mundo humano tal como es, así que creo que sí lo soy. Antes era más cruel. Creo
que padecí de una manera tremenda al mundo. Con la llegada de mi hija hace dos
años y meses, todo adquirió otro sentido, me parí de nuevo. Creo que ya no soy
tan cruel.
¿Tiene muchos amigos?
Creo
que sí. Pero distribuidos en diversas épocas, ciudades, y países.
¿Qué cualidades busca en
sus amigos?
Que
sean mis amigos.
¿Suelen decepcionarle sus
amigos?
No. Es más posible
que yo los decepcione. Con esta pregunta recuerdo que cuando estudiaba teatro
en la Ciudad de México tenía una amiga muy querida que se enteró de que me
casaría en Chiapas con un hombre al que acababa de conocer. A un amigo en común
le dijo que yo siempre había estado loca, pero que esto no tenía nombre. Me casé, me divorcié, él se suicidó, ahora
tengo una nueva pareja y una hija, intenté buscarla, pero no quiso volver a
dirigirme la palabra jamás. Por eso creo que es más probable que yo los
decepcione.
¿Es usted una persona
sincera?
No
siempre. A veces la sinceridad es quedarse en silencio. Y no sé si el silencio
sea sincero. En ocasiones es cómplice de la mentira.
¿Cómo prefiere ocupar su
tiempo libre?
Todo mi tiempo es
libre, así que lo ocupo en todo lo necesario, lo posible y lo imposible.
¿Qué le da más miedo?
¿Qué le da más miedo?
Que
México continúe como hasta ahora. Que se convierta en realidad la visión que
tuve hace unos años, donde caían cuerpos sobre los parabrisas y las
alcantarillas rebosaban de sangre.
¿Qué le escandaliza, si es
que hay algo que le escandalice?
El
saqueo del lenguaje que llevan a cabo los poderosos, la indiferencia hacia el
otro, hacia los otros, la xenofobia.
Si no hubiera decidido ser
escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me
hubiera gustado ser asceta, curandera o partera.
¿Practica algún tipo de
ejercicio físico?
Ninguno
en particular, pero me ejercito para actuar.
¿Sabe cocinar?
Estoy
aprendiendo a cocinar para mi hija.
Si el Reader’s
Digest le
encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a
quién elegiría?
Creo
que una revista semejante jamás me invitaría a escribir un artículo, así que no
puedo imaginarme escribiendo nada para ellos.
¿Cuál es, en cualquier
idioma, la palabra más llena de esperanza?
Infancia.
¿Y la más peligrosa?
Racismo.
¿Alguna vez ha querido
matar a alguien?
Sí. A mi exmarido.
Viví violencia física con él. Así que un buen día le dije que lo mataría. Me
imaginé en la cárcel creando una compañía teatral, dando un taller literario, publicando
plaquettes de las reclusas, escribiendo desde una celda como Sor Juana. Claro, ella
en el claustro, yo en la cárcel. Ambas
libres del yugo de los hombres. No soporté la idea de vivir encerrada, así que preferí dejarlo.
¿Cuáles son sus tendencias
políticas?
Antes tenía
claridades políticas y ahora no llego ni a tendencias.
Si pudiera ser otra cosa,
¿qué le gustaría ser?
Una
ola. Un tsunami. Un pingüino emperador.
¿Cuáles son sus vicios
principales?
La pasión, lo
intempestivo.
¿Y sus virtudes?
Estar atenta a las
mutaciones.
Imagine que se está
ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
De
inmediato pienso en "La balsa de la Medusa" de Géricault. Mis padres
tenían una copia de ese cuadro y yo jugaba a revolcarme en el piso imaginando
que me ahogaba.
T. M.