sábado, 11 de julio de 2015

Entrevista capotiana a Tanya Cosío

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Tanya Cosío.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
No he podido elegir ni siquiera en qué casa quedarme por mucho tiempo. Mi vida ha girado entre tres ciudades de México: Guadalajara, Jalisco, San Cristóbal de las Casas, Chiapas, y la Ciudad de México. En algún momento intenté vivir en Francia o en España y no lo soporté. Pero un lugar que me atrae es Islandia. Claro, quizá porque no conozco. Siempre quiero salir. Hasta ahora, me he mudado aproximadamente cien veces. Aunque ahora, con el nacimiento de mi pequeña, necesito quedarme en un solo sitio por unos años. Pero eso sí, siempre viajando.
¿Prefiere los animales a la gente?
Creo que seleccionaría a ciertos animales y a ciertas personas. Pero en general, prefiero los árboles.
¿Es usted cruel?
Sí. Suelo ver al mundo humano tal como es, así que creo que sí lo soy. Antes era más cruel. Creo que padecí de una manera tremenda al mundo. Con la llegada de mi hija hace dos años y meses, todo adquirió otro sentido, me parí de nuevo. Creo que ya no soy tan cruel.
¿Tiene muchos amigos?
Creo que sí. Pero distribuidos en diversas épocas, ciudades, y países.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que sean mis amigos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. Es más posible que yo los decepcione. Con esta pregunta recuerdo que cuando estudiaba teatro en la Ciudad de México tenía una amiga muy querida que se enteró de que me casaría en Chiapas con un hombre al que acababa de conocer. A un amigo en común le dijo que yo siempre había estado loca, pero que esto no tenía nombre.  Me casé, me divorcié, él se suicidó, ahora tengo una nueva pareja y una hija, intenté buscarla, pero no quiso volver a dirigirme la palabra jamás. Por eso creo que es más probable que yo los decepcione.
¿Es usted una persona sincera? 
No siempre. A veces la sinceridad es quedarse en silencio. Y no sé si el silencio sea sincero. En ocasiones es cómplice de la mentira.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Todo mi tiempo es libre, así que lo ocupo en todo lo necesario, lo posible y lo imposible.
¿Qué le da más miedo?
Que México continúe como hasta ahora. Que se convierta en realidad la visión que tuve hace unos años, donde caían cuerpos sobre los parabrisas y las alcantarillas rebosaban de sangre.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El saqueo del lenguaje que llevan a cabo los poderosos, la indiferencia hacia el otro, hacia los otros, la xenofobia.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me hubiera gustado ser asceta, curandera o partera.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Ninguno en particular, pero me ejercito para actuar.
¿Sabe cocinar?
Estoy aprendiendo a cocinar para mi hija.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Creo que una revista semejante jamás me invitaría a escribir un artículo, así que no puedo imaginarme escribiendo nada para ellos.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Infancia.
¿Y la más peligrosa?
Racismo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí. A mi exmarido. Viví violencia física con él. Así que un buen día le dije que lo mataría. Me imaginé en la cárcel creando una compañía teatral, dando un taller literario, publicando plaquettes de las reclusas, escribiendo desde una celda como Sor Juana. Claro, ella en el claustro,  yo en la cárcel. Ambas libres del yugo de los hombres. No soporté la idea de vivir  encerrada, así que preferí dejarlo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Antes tenía claridades políticas y ahora no llego ni a tendencias.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Una ola. Un tsunami. Un pingüino emperador.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La pasión, lo intempestivo.
¿Y sus virtudes?
Estar atenta a las mutaciones.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
De inmediato pienso en "La balsa de la Medusa" de Géricault. Mis padres tenían una copia de ese cuadro y yo jugaba a revolcarme en el piso imaginando que me ahogaba.

T.  M.