domingo, 2 de octubre de 2016

Entrevista capotiana a Antonio Orihuela

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Antonio Orihuela.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La mente.
¿Prefiere los animales a la gente?
Hay gente muy animal y animales muy gente.
¿Es usted cruel?
Claro, soy un cruel jaimista.
¿Tiene muchos amigos?
No llevo la contabilidad de mis afectos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que sean mejores que yo.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Todos somos decepcionantes.
¿Es usted una persona sincera? 
No.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Ampliándolo.
¿Qué le da más miedo?
El miedo a tener más miedo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La gente que se escandaliza como expresión de su fanatismo, de su conservadurismo, o de su mentalidad retrógrada y reaccionaria.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Ser un respirador.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Pilates, esgrima y remo.
¿Sabe cocinar?
No.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Teniendo en cuenta la línea ideológica del R.D. no creo que estuvieran interesados en mis artículos.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Dólar.
¿Y la más peligrosa?
Dólar.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Mi ideal es que todos fuéramos políticos al punto de no necesitar de los políticos y de que la política se hubiera diluido en lo social como una práctica más dentro de la producción de relaciones sociales.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Otro hermoso sueño.
¿Cuáles son sus vicios principales?
No tengo vicios.
¿Y sus virtudes?
Disimulo muy bien que no tengo vicios.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Esta pregunta es muy fácil de contestar porque ya me he visto en esa situación, y por mi cabeza no pasaban imágenes, solo dos pensamientos reiterativos, dos especies de voces que se mezclaban, una decía “Vaya forma más estúpida de morir” y otra “si permaneces tranquilo te salvarás”…

T. M.