En
1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía
que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se
entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que
sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora,
extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la
que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Florencia del Campo.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una casa
frente al mar (que no tengo), con muchos libros (que tengo guardados en cajas
de cartón en otro país), con conexión a internet para poder ver pelis y
escuchar música (que tengo, a pesar de la tortura que es tratar con las
compañías que la venden), con varios vinos (qué rico!), con alguien (que...).
¿Prefiere los animales a la gente?
No, en
absoluto; prefiero a la gente.
¿Es usted cruel?
Soy
sarcástica en ocasiones, pero si estoy en confianza. El sarcasmo es irónico
siempre. Quien me conoce no se siente atacado, pero quien no, puede decirme:
“qué cruel que eres!”.
¿Tiene muchos amigos?
Cuando te mudas de
país y empiezas de cero, o retrocedes por lo menos una década en lo que tenías
ganado, cambian hasta los modos de contar. Y de acumular, por supuesto. Tengo
amigos y amigas nuevos, y eso me emociona todos los días. Conservo algunas
amistades del pasado también. No me parecen muchos, me parecen que son los que
fui capaz de convencer de que mi sarcasmo es una manera de decir: me entrego, y
ojalá que tú también, a este pacto de la confianza.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Honestidad, sentido
del humor, inteligencia, inquietudes varias, sentido común.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. O muy poco. Es
muy raro que sienta algo negativo respecto a mis amigos o amigas: ni enojo, ni
decepción… Tiendo a pensar, por norma, que cada uno y cada una hace lo que
puede, y si yo esperaba más es un poco un asunto de todos y todas, sin buenos
ni malos. No recuerdo nunca haberme sentido decepcionada por ninguna amiga o
amigo. Sí me ha pasado sentir que una relación de amistad no fluye, que hay que
dejarse mucha energía por hacer que no estalle, que es una bomba de tiempo; he
escuchado reclamos a los que respondí con cierta honestidad brutal que sólo
buscaba construir desde la confianza y la transparencia (incluso desde la
desnudez del alma) aunque no siempre lo haya logrado. Yo sí que decepcioné, lo
sé.
¿Es usted una persona sincera?
Sí,
últimamente mucho más que antes. En cualquier caso, he mentido y he callado en
muchas ocasiones aunque no me gusta hacerlo: me enfrenta a un acorralamiento
que no soporto, necesito más espacio. La mentira y el silencio asfixian. Pero
todas esas veces lo hice porque no supe gestionarlo de otra forma.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Yendo al
cine, al teatro, leyendo, viendo películas o series en casa y saliendo con
amigas y amigos.
¿Qué le da más miedo?
Perder la
libertad.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
La violencia sobre
todo. La impunidad también. Me escandaliza el lamentable y actual presidente de
la Argentina, Macri, hablando de afectos y emociones, por ejemplo.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho?
Me habría
gustado bailar. Ser bailarina. Hacer con el cuerpo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Yoga de
manera muy intensa en clases muy intensas, y un poco fusionado con danza y
pilates a veces; y pesas en mi casa. Lo segundo con menos disciplina que lo
primero.
¿Sabe cocinar?
No. Desastre total.
Si tuviera que hacerlo no me moriría de hambre, algunas cosas creo que podrían
salirme bien. Pero en líneas generales no sé hacer casi nada, tengo la suerte
de no necesitar hacerlo y, además, no me interesa pasar tiempo en la cocina, no
quiero emplearlo en eso.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Alfonsina Storni,
porque cuando yo era chica mi madre me contó que se había ahogado y me llevó a
la playa donde lo había hecho. Era una poeta a la que yo ya venía leyendo en
esa época (tenía diez años) y me conmovía profundamente. Caminar con mi madre
frente al mar donde había muerto ella me pareció de un lirismo inigualable.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
Mañana.
¿Y la más peligrosa?
Odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. He querido
dañar, sí, lamentablemente. Y he deseado la muerte de esta forma: que pasara de
una vez por todas; pero yo no quería matar ni en esa ocasión. Nunca quise matar
a nadie, quise lastimar.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
De izquierdas. Por
eso los últimos dos meses del 2015 fueron tan decepcionantes para mí: en
Argentina ganó Macri y en España no ganó Podemos, que era lo que yo deseaba, y
con grandes esperanzas. Luego, encima, lo que ya sabemos: de nuevo Rajoy.
Horror total en ambos lugares.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
No me
puedo imaginar siendo algo no humano. Como juego, puedo decir que de ser
animal, preferiría ser uno marino. Como juego, también, podría decir que si es
obligatorio, según las reglas, elegir algo por fuera de los seres vivos, sería
música para la bailarina humana que en realidad querría ser si fuera otra cosa.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Internet.
Creo que no puedo pasar más de un día sin conexión. Me pongo súper ansiosa.
Pero en general no me envicia casi nada, y no sé por qué lo confieso, si es tan
poco atractivo eso.
¿Y sus virtudes?
Estoy atenta
a lo que necesitan las demás personas e intento brindarlo, dentro de mis
posibilidades, siempre que no vaya en contra de mis principios. Y lo digo porque
creo que esa atención logra convivir muy bien con mi sólido individualismo, y
es ahí, en ese punto, donde me parece que puede ser una gran virtud.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Imágenes de playa.
Todas las que pueda evocar: playas de España con amigas, playas argentinas con
mi madre y mis hermanas. Ojalá me diera tiempo de repasar mentalmente todos
esos lugares de mar y todas esas mujeres.
T. M.