jueves, 20 de abril de 2017

Entrevista capotiana a Xandru Fernández

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Xandru Fernández.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Creo que elegiría no elegir.
¿Prefiere los animales a la gente?
No. Se complementan.
¿Es usted cruel?
A veces, contestando entrevistas. Por lo demás, normal.
¿Tiene muchos amigos?
Más de los que merezco.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No suelo buscar ninguna, me atraen por las que saltan a la vista.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Me decepcionan más mis enemigos.
¿Es usted una persona sincera? 
Siempre, salvo cuando contesto entrevistas.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Depende de cuánto tiempo libre disponga.
¿Qué le da más miedo?
Nunca lo confesaría.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La ignorancia deliberada.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No lo sé, no recuerdo haberlo decidido.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Mucho, nunca me estoy quieto. Pero si hablamos de deporte, ninguno.
¿Sabe cocinar?
Hay una polémica al respecto. Voy perdiendo.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Había una mujer, en Málaga, que se sentaba a vender tabaco junto a nuestro portal. La llamábamos Marilyn porque nos recordaba a un personaje de “Doctor en Alaska”. No sé por qué la recuerdo constantemente y siempre he pensado que escribiría algún día sobre ella.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Memoria.
¿Y la más peligrosa?
Memoria, también.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Posiblemente.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Casi todos los que me conocen me consideran comunista, salvo otros comunistas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Tengo poca imaginación. Tal vez filántropo, porque suena bien.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Depende de la hora del día.
¿Y sus virtudes?
No sé si tengo. La Bruyère decía que no hay vicio que no se parezca a alguna virtud. A lo mejor por eso me cuesta distinguir unos de otras.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Lo más probable es que fuese alguna que no evitase que me ahogara. Prefiero no tener que confiar en la imaginación, llegado el caso.

T. M.