Fue hace exactamente veinte años, el 30 de junio del 2000. Yo publicaba esta reseña del precioso libro Las islas Aran (editorial Alba), del irlandés John Synge, en un periódico por entonces muy joven, La Razón. La semana anterior, en el mismo suplemento, llamado Caballo Verde (que salía los viernes), se habían hecho eco de mi antología de Ángel Crespo Oculta transparencia (El Toro de Barro), que hice a instancias de la viuda del poeta, desaparecida hace escasas fechas, Pilar Gómez Bedate.
Yo mismo me ofrecí al por entonces responsable de esa sección de libros, Manuel Calderón, para escribir sobre novedades literarias, y hasta envié esa foto al diario, sacada de un póster que había comprado en un viaje dublinés. Y ya a la semana siguiente (el 7 de julio) me ocupaba del asunto de portada, un libro de Rubén Darío; un texto que titulé de manera trascendente para mí, "Alma en las palabras". Lo siguiente fue Henry James, Clarice Lispector, una página dedicada a la muerte de Carmen Martín Gaite, otra portada sobre Oscar Wilde, una columna sobre Hermann Hesse...
Así cada semana, cada mes, cada año, a veces superando los cien textos anuales de crítica literaria, reportajes literarios o de historia, más entrevistas, artículos de opinión, alguno de viajes, colaboraciones en distintas secciones más allá de la libresca. Realmente me siento el crítico literario español más prolífico del siglo XXI, con la dicha de haberme ocupado siempre de asuntos de máximo nivel e interés, de lo cual este blog (desde el 2009) y los libros que he ido publicando son testimonio. Por eso, cuando llega cada enero una de mis satisfacciones es reunir todas las colaboraciones y encuadernarlas, para que la fugacidad del formato periodístico se convierta en un ancla del tiempo.
Un tiempo y su transcurrir que impacta al verlo convertido en dos décadas, pero que me dice cómo me ha formado como escritor, profesional y persona, regalándome esta inmensa suerte de poder hablar de libros, atento a la actualidad editorial y al devenir de un sinfín de autores. ¿Qué hay mejor que eso para quien ama la lectura y la escritura? Gracias infinitas, pues, a todo el equipo de La Razón por contar conmigo: a Manuel, por haber aceptado aquella sugerencia y hacer posible todo lo que ha venido desde el 2000; a Carmen Lobo y Pedro Narváez; y muy en particular, a Gema Pajares y Javier Ors, a los que debo tanto y tanto quiero.