lunes, 20 de marzo de 2023

Entrevista capotiana a Andrés González-Barba

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Andrés González-Barba.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Sin duda sería en Vailima, el paraíso terrenal donde murió Robert Louis Stevenson. Poder visitar siempre que quisiera la tumba de este escritor tan amado, ubicada en lo alto de un monte con impresionantes vistas al Océano Pacífico, sería una fuente continua de inspiración y un lugar perfecto para acabar mis días. 

¿Prefiere los animales a la gente? Dada las canalladas que los humanos les hacemos continuamente a nuestros hermanos los animales, es imposible no ponerse de parte de estos seres tan indefensos. Que un perro sea siempre fiel a su dueño sin pedirle nada a cambio y que incluso siga esperando su regreso cuando este ya ha muerto son cosas que me conmueven mucho.

¿Es usted cruel? Ese es un comportamiento que intento desterrar, pero si he de ser alguna vez cruel, prefiero serlo conmigo mismo que hacerle daño a cualquier otra persona.

¿Tiene muchos amigos? Nunca he tenido demasiados, tal vez porque mi carácter con tendencia hacia la melancolía no invite a relacionarme con demasiadas personas.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? No demasiadas. Quizás la principal sea que estén ahí cuando más se les necesite.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? En alguna que otra ocasión, cuando era más joven e inexperto, llegué a confiar en varias personas que acabaron decepcionándome. Hoy en día puede que ya no fuera tan confiado y que no esperara grandes cosas de nadie en particular.

¿Es usted una persona sincera? Me gustaría serlo, pero muchas veces no digo la verdad cuando sé que eso puede dañar a alguien o me puede acarrear grandes problemas. Y encima los escritores tenemos recursos como el de la autoficción.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Esa cuestión es algo que me preocupa mucho porque siento que cada vez tengo menos tiempo para mí, y eso me llena de frustración. Es el precio que tiene esta sociedad en la que vivimos. Aun así, procuro arañarle minutos al día y, sobre todo, a las noches para dar rienda suelta a mi imaginación y dedicarme a lo que más me gusta: leer, escribir, ver series, películas, etc.

¿Qué le da más miedo? Arrepentirme en el futuro de cosas que tendría que haber hecho en el pasado.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La indiferencia del ser humano hacia su prójimo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Me es imposible concebir una vida sin crear. Y no me refiero solamente al hecho de escribir, pintar, componer música, etc. Cualquier persona que tenga algo de sensibilidad puede albergar en su interior un sentimiento creativo hacia la vida.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Nunca he sido excesivamente aficionado al ejercicio físico, pero soy consciente de que hay que mantenerse en forma. Por eso trato de caminar mucho a lo largo de la semana. Además, eso me ayuda a reflexionar y a ralentizar un poco la vida tan vertiginosa que venimos padeciendo en los últimos años.

¿Sabe cocinar? Debo reconocer que últimamente, debido a esa falta de tiempo que comenté antes, me he hecho un cocinero de Thermomix, una forma cómoda y efectiva de resolver las dificultades del día a día. De todas formas, en ciertas ocasiones trato de romper los moldes –nunca mejor dejo– y me gusta experimentar con algunos platos que son de mi propia cosecha.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Ana Frank. Me parece un ejemplo de dignidad y de estoicismo ante la vida tan dura que le tocó vivir. Todos deberíamos aprender de ella.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Mañana.

¿Y la más peligrosa? Indiferencia.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Puede que ese haya sido un sentimiento fugaz que atravesara mi mente cuando un funcionario me ha puesto las cosas muy complicadas desde la ventanilla de alguna administración pública.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Me identifico con personas como Chaves Nogales, que siempre buscaron una tercera vía.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Me gustaría ser marinero, viajero, aventurero, astronauta… Escaparme en definitiva de la tiranía que nos marcan el tiempo y el espacio.

¿Cuáles son sus vicios principales? Hasta hace poco eran comprar muchos libros y discos, pero ya ni eso por una alarmante falta de espacio. Quien inventó aquella frase de que el saber no ocupa lugar seguro que no vivía en un piso como los que hacen actualmente.

¿Y sus virtudes? Creo que no son demasiadas, pero la principal es ser feliz e intentar hacer felices a los demás.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Probablemente pensaría en la primera imagen que guardo desde mi pleno uso de razón: la de un niño de unos tres o cuatro años jugando en una terraza con varios juguetes mientras los rayos del sol le acariciaban. Sería una bonita forma de despedirse de este mundo.

T. M.