En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Andrés González-Barba.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Sin duda sería en Vailima, el paraíso terrenal
donde murió Robert Louis Stevenson. Poder visitar siempre que quisiera la tumba
de este escritor tan amado, ubicada en lo alto de un monte con impresionantes
vistas al Océano Pacífico, sería una fuente continua de inspiración y un lugar
perfecto para acabar mis días.
¿Prefiere los animales a la gente? Dada las
canalladas que los humanos les hacemos continuamente a nuestros hermanos los
animales, es imposible no ponerse de parte de estos seres tan indefensos. Que
un perro sea siempre fiel a su dueño sin pedirle nada a cambio y que incluso
siga esperando su regreso cuando este ya ha muerto son cosas que me conmueven
mucho.
¿Es usted cruel? Ese es un comportamiento
que intento desterrar, pero si he de ser alguna vez cruel, prefiero serlo
conmigo mismo que hacerle daño a cualquier otra persona.
¿Tiene muchos amigos? Nunca he
tenido demasiados, tal vez porque mi carácter con tendencia hacia la melancolía
no invite a relacionarme con demasiadas personas.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? No
demasiadas. Quizás la principal sea que estén ahí cuando más se les necesite.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? En alguna
que otra ocasión, cuando era más joven e inexperto, llegué a confiar en varias
personas que acabaron decepcionándome. Hoy en día puede que ya no fuera tan
confiado y que no esperara grandes cosas de nadie en particular.
¿Es usted una persona sincera? Me
gustaría serlo, pero muchas veces no digo la verdad cuando sé que eso puede
dañar a alguien o me puede acarrear grandes problemas. Y encima los escritores
tenemos recursos como el de la autoficción.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Esa
cuestión es algo que me preocupa mucho porque siento que cada vez tengo menos
tiempo para mí, y eso me llena de frustración. Es el precio que tiene esta
sociedad en la que vivimos. Aun así, procuro arañarle minutos al día y, sobre
todo, a las noches para dar rienda suelta a mi imaginación y dedicarme a lo que
más me gusta: leer, escribir, ver series, películas, etc.
¿Qué le da más miedo? Arrepentirme
en el futuro de cosas que tendría que haber hecho en el pasado.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? La indiferencia del ser humano hacia su prójimo.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Me es imposible concebir
una vida sin crear. Y no me refiero solamente al hecho de escribir, pintar,
componer música, etc. Cualquier persona que tenga algo de sensibilidad puede
albergar en su interior un sentimiento creativo hacia la vida.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Nunca he
sido excesivamente aficionado al ejercicio físico, pero soy consciente de que
hay que mantenerse en forma. Por eso trato de caminar mucho a lo largo de la
semana. Además, eso me ayuda a reflexionar y a ralentizar un poco la vida tan
vertiginosa que venimos padeciendo en los últimos años.
¿Sabe cocinar? Debo reconocer que
últimamente, debido a esa falta de tiempo que comenté antes, me he hecho un
cocinero de Thermomix, una forma cómoda y efectiva de resolver las dificultades
del día a día. De todas formas, en ciertas ocasiones trato de romper los moldes
–nunca mejor dejo– y me gusta experimentar con algunos platos que son de mi
propia cosecha.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Ana
Frank. Me parece un ejemplo de dignidad y de estoicismo ante la vida tan dura
que le tocó vivir. Todos deberíamos aprender de ella.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Mañana.
¿Y la más peligrosa? Indiferencia.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Puede que
ese haya sido un sentimiento fugaz que atravesara mi mente cuando un funcionario
me ha puesto las cosas muy complicadas desde la ventanilla de alguna
administración pública.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Me
identifico con personas como Chaves Nogales, que siempre buscaron una tercera
vía.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Me gustaría
ser marinero, viajero, aventurero, astronauta… Escaparme en definitiva de la
tiranía que nos marcan el tiempo y el espacio.
¿Cuáles son sus vicios principales? Hasta hace
poco eran comprar muchos libros y discos, pero ya ni eso por una alarmante
falta de espacio. Quien inventó aquella frase de que el saber no ocupa lugar
seguro que no vivía en un piso como los que hacen actualmente.
¿Y sus virtudes? Creo que no son demasiadas,
pero la principal es ser feliz e intentar hacer felices a los demás.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Probablemente
pensaría en la primera imagen que guardo desde mi pleno uso de razón: la de un
niño de unos tres o cuatro años jugando en una terraza con varios juguetes
mientras los rayos del sol le acariciaban. Sería una bonita forma de despedirse
de este mundo.
T. M.