lunes, 2 de noviembre de 2009

Entrevista capotiana a José Ángel Cilleruelo



En 1972, el escritor estadounidense Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló “Autorretrato” (versión en español dentro de Los perros ladran, Anagrama 1999), y en él el autor de A sangre fría se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente “entrevista capotiana”, con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Ángel Cilleruelo.
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-Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi casa, con mi familia, mis amigos, mis libros, mis discos... e Internet. También añadiría, sin que fuera salir de un solo lugar, unas cuantas calles del Ensanche hasta el Paseo de Gracia y otras hacia el sur hasta el puerto. Esporádicamente pediría permiso para visitar el aeropuerto y usar alguno de sus servicios hasta alguna ciudad de nombre sugerente. En fin... se parecería mucho esa vida a mi vida actual.
-¿Prefiere los animales a la gente?
No me gustan los animales en absoluto. La gente me gusta cuando hay mucha por las calles y cuando converso con algunas personas en especial. Una de ellas aún más especial me gusta más que nada en el mundo.
-¿Es usted cruel?
No siento especial interés por ningún tipo de violencia, ni física ni menos psicológica. Creo que incluso la felicidad idiota me es más grata que un simple empujón.
-¿Tiene muchos amigos?
Creo que sí tengo bastantes amigos, y me gusta tenerlos. No por muchos, sí por amigos.
-¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que me guste las cosas que me cuentan cuando hablan conmigo. Que les admire en las cosas que hacen. Que pasar un ratito en silencio a su lado resulte tan grato como estar charlando.
-¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No cuando son amigos. En general no hay motivos para ello. En las relaciones literarias, a veces, sí me han decepcionado comportamientos que no he comprendido.
-¿Es usted una persona sincera?
Procuro evitar las situaciones en las que tengo que ser necesariamente sincero, quiero decir, prefiero no encontrarme de cara con oportunidades para mentir. Luego me arrepiento.
-¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Me gusta pasear con mi familia y mis amigos. Me gusta leer y me gusta escribir. Y también ordenar papeles y libros mientras escucho la radio.
-¿Qué le da mas miedo?
Las arañas, sin duda. Una vez vi una tremenda descendiendo sobre mi cabeza y aún recuerdo es susto. Los coches que se saltan los pasos de peatones en el Ensanche. A que se mueran las personas que quiero.
-¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La estupidez de quienes tienen en su mano ser juiciosos e inteligentes sigue escandalizándome como el primer día.
-Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Casi lo mismo que ahora, sólo que dispondría de más tiempo libre para hacer cosas que no me gusta hacer, como ver partidos de fútbol o programas de televisión.
-¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Nado dos veces por semana en una piscina cubierta. Es un ejercicio absolutamente minimalista. Me gusta.
-¿Sabe cocinar?
Razonablemente, no.
-Si el Reader's Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre "un personaje inolvidable", ¿a quién elegiría?
A Rafael Pérez Estrada, que es el personaje que olvidaré en último lugar.
-¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Vida.
-¿Y la más peligrosa?
Armas.
-¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sólo en una ocasión, pero he olvidado a quién y por qué razón.
-¿Cuáles son sus tendencias políticas?
No reconocerme en las tendencias políticas que se presentaron a las últimas elecciones generales.
-Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Cantante de boleros.
-¿Cuáles son sus vicios principales?
Ninguno que merezca el morboso interés ajeno.
-¿Y sus virtudes?
Ninguna que merezca un aplauso demasiado largo.
-Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Espero no estar en disposición de responder a esta pregunta nunca.

T. M.