jueves, 24 de diciembre de 2009

10 novelas para la 1ª década del siglo XXI

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En La Razón me encargaron una lista (publicada hoy junto con un artículo al respecto de Javier Ors) donde aparecieran diez de las novelas de mayor resonancia de lo que llevamos de siglo. Así que me puse a repasar los últimos diez años y busqué obras que hubieran impactado en el mundo entero, obtenido galardones, obtenido ventas millonarias o premios, captado innumerables lectores en muchas lenguas, generado debates y controversias a veces y cambiado tendencias editoriales y nuevas búsquedas temáticas en el género narrativo. Et voilà:

1) J. M. Coetzee, Desgracia (1999, en España en el 2000)
2) Javier Cercas, Soldados de Salamina (2001)
3) Dan Brown, El código Da Vinci (2003)
4) Carlos Ruiz Zafón, La sombra del viento (2001)
5) Michel Houllebecq, Plataforma (2002)
6) Paul Auster, El libro de las ilusiones (2003)
7) Roberto Bolaño, 2666 (2004)
8) Ildefonso Falcones, La Catedral del Mar (2006)
9) J. K. Rowling, Harry Potter y las reliquias de la muerte (2007)
10) Stieg Larsson, trilogía Millenium (2008)

¿Dicha lista es indicativa de algo? Tal vez sólo desde el plano económico, que es lo que impera en el mundillo literario y cultural. Vistos los nombres, ¿hay alguna diferencia entre literatura y narrativa de entretenimiento? Bueno, como no existen ni las publicaciones ni los críticos que discriminen con rigor tal cosa, como explica Germán Gullón en Una Venus mutilada. La crítica literaria en la España actual (Biblioteca Nueva, 2008), todo es un cajón de sastre donde los gatos y las liebres confraternizan junto a una caja registradora.
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En torno a todo esto se aprecian dos cosas harto significativas: a) el hecho de que ese libro de Gullón –excepcional, valiente, perfecto para avivar un rico debate intelectual– no haya sido reseñado dignamente en la prensa, por la cobardía de los que prefieren mirar hacia otro lado; y b) que aparezcan obras increíblemente infames en colecciones de supuesta calidad –obras que uno mismo ha sufrido a la hora de realizar informes literarios para agencias o editoriales y, por supuesto, recomendado no editar y que, encima (Dios mío, es el colmo), tienen buenas críticas en Babelia o El Cultural–. Ejem, todo ese berenjenal dice tan poco de nuestro ambiente cultural, de los lectores, de los críticos, de mí mismo, pues no entiendo nada ni quiero entender que...
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En fin, deseo a casi todo el mundo una feliz navidad y prósperas lecturas para el año 2010, para la siguiente década, para lo que nos quede de siglo XXI.