(Ahora que se acaba de publicar esta novela de Paul Auster, tengo a bien recuperar la entrevista que hice al autor para La Razón, en septiembre del 2004.)
Una voz dice mucho de un hombre. La de Paul Auster, ligeramente dulce, paciente, se acelera a medida que despegan sus respuestas, y entonces le sale su inglés neoyorquino, algo cerrado en su entonación. A menudo se ríe de sus propias reflexiones, como sorprendiéndose de lo que acaba de descubrir dentro de sí mismo; explica generosamente detalles de sus obras y estamos seguros de que contesta con la misma calidez y voluntad al experto literario que al simple lector o al encuestador ignorante. Auster debe de ser uno de los personajes de sus novelas: me refiero al ánimo taciturno y elegante que desprende, a su visión comprensiva de las debilidades humanas, a la atención sosegada por lo absurdo del azar que nos gobierna. A sus cincuenta y siete años, acaba de publicar La noche del oráculo; ya lleva escritos veinte libros, todos traducidos al español por la editorial Anagrama, pero parece que no pasa el tiempo por él.
.
¿Le ha sido especialmente dura la escritura de La noche del oráculo tras una novela tan intensa como El libro de las ilusiones?
Son dos tipos diferentes de libros. El libro de las ilusiones es una novela extensa. Sucede durante muchos años y en un montón de sitios. La noche del oráculo, en cambio, es una historia muy pequeña, muy compacta. Creo que es como una pieza de cámara. Fue estimulante para mí trabajar a otra escala, más pequeña, a escala intermedia, podríamos decir.
Al acabar un texto, ¿puede pasar enseguida a la siguiente novela o necesita un tiempo para salir del mundo que acaba de crear?
Tardo un poco en hacerlo. Me cuesta como un mes poder volver al trabajo.
Como leemos en sus textos autobiográficos (A salto de mata, La invención de la soledad), pasó por diferentes problemas vitales y económicos antes de dedicarse a la literatura. ¿Cómo recuerda esa larga fase?
Me acuerdo de aquello cada día. No doy nada por hecho, te lo aseguro.
Muchos de sus personajes tienen el propósito de huir, mental o físicamente. ¿La huida es el elemento clave de toda su obra?
En el caso del protagonista de La noche del oráculo, el escritor Sidney Orr, no. Él no quiere escaparse a ninguna parte, es feliz con su vida. Inventa un personaje, Owen, que sí tiene que escapar. Se trata de una historia dentro de una historia. Así, el narrador principal se convierte en el narrador secundario.
La noche del oráculo sucede en Nueva York, como es habitual en sus obras. ¿No considera otros lugares para ubicar la acción de sus novelas?
He situado libros en diferentes sitios. La mayoría pasa en Nueva York, pero pienso en libros como Mr. Vertigo, que sucede en Kansas, o La música del azar, que se supone que ocurre en Pensilvania, en el campo. Aparecen diferentes lugares en mis obras, pero es que Nueva York es mi casa, es el lugar donde vivo y es el lugar que mejor conozco. Como todo el mundo sabe, es un lugar fascinante, es una fuente constante de inspiración.
En la novela, aparece El halcón maltés con la referencia a su personaje Flitcraft, un hombre que deja su hogar después de que casi morir por accidente. En el aspecto detectivesco, ¿Hammet ha sido su mayor influencia?
Realmente no. Me gusta el trabajo de Hammet, aunque prefiero el de otros escritores. Sin embargo, fue un pionero. ¿Sabes por qué usé la referencia de Flitcraft? Empecé a pensar por primera vez en La noche del oráculo hace veinte años. He tardado un largo periodo en acabar de inspirarme. En un momento dado, en medio de la redacción de las aventuras del libro, contactó conmigo el cineasta alemán Win Wenders. Había leído mis libros y le habían gustado mucho, así que me propuso que quizá podríamos hacer juntos una película.
¿De qué año hablamos? No recuerdo ese film.
Esto pasó alrededor de 1990. Le dije que deberíamos pensar en algo, y él dijo que sería fascinante coger la historia de Flitcraft y de El halcón maltés y convertirla en película. Hacer algo con esa idea del hombre que escapa de su vida. Me senté y escribí el esquema de la película. Por razones que complicaron el seguir adelante con ello, como conseguir el dinero para hacer la película, hicieron que el proyecto muriese. Pero tenía las páginas de la historia en mi cabeza todos estos años, y finalmente, cuando reuní todos los elementos que compondrían La noche del oráculo, acabé por utilizar todo eso para uno de los pasajes de la novela. Por lo tanto, Filtcraft me ha inspirado durante todos estos años.
Y hablando de influencias literarias, ¿cuáles serían las suyas?
Muchos. Diría que escritores americanos como Hawthorne, Thoreau, Melville; también los rusos, que fueron muy importantes para mí en mi juventud, como Tolstói y Dostoievski, y otros viejos novelistas como Dickens.
Y supongo que también la literatura francesa. (Lo decimos porque Auster vivió en París una temporada y fue el responsable, en 1981, de una magnífica antología de poesía gala del siglo XX cuya introducción encontramos en el volumen Experimentos con la verdad.)
Sí, por supuesto, pero no debemos olvidar la poesía de Paul Celan, y a Kakfa y Beckett, que también son de gran importancia para mí. Tengo muchas fuentes de inspiración.
¿Y qué tal con respecto al cine? Después de los guiones de Smoke y Blue in the face y dirigir Lulu on the bridge, ¿tiene algún proyecto fílmico?
No lo sé. Nada en el trabajo está planeado. Nunca se sabe lo que va a pasar en la vida. Tengo en mente un par de documentales que me gustaría escribir, pero no los voy a dirigir. El mundo del cine me parece fascinante, pero no he hecho nada al respecto durante los últimos años.
Se ha publicado en la prensa que ha participado en varios actos contra Bush. ¿Cuál es su pronóstico para las elecciones? ¿Kerry es esperanza de algo mejor?
Definitivamente, Kerry es la esperanza de algo mejor. Es absolutamente necesario que Bush sea vencido en noviembre para que nos libremos de él. Ha sido un desastre para el país y el mundo. No sé cómo será de terrible si Bush continúa en el gobierno, pero imagino que es capaz de hacer cualquier cosa. El domingo estuve en una manifestación en Nueva York, quinientas mil personas en la calle contra Bush. Que se manifieste medio millón de personas es realmente significativo.
Coincidiendo con el Congreso del Partido Republicano.
Sí. A nosotros, en Nueva York, no nos gusta Bush ni el Partido Republicano, y nos sentimos insultados por que vengan aquí para hacer la convención, explotando lo sucedido el 11 de Septiembre por razones publicitarias. No está bien. No deberían estar aquí.
Son dos tipos diferentes de libros. El libro de las ilusiones es una novela extensa. Sucede durante muchos años y en un montón de sitios. La noche del oráculo, en cambio, es una historia muy pequeña, muy compacta. Creo que es como una pieza de cámara. Fue estimulante para mí trabajar a otra escala, más pequeña, a escala intermedia, podríamos decir.
Al acabar un texto, ¿puede pasar enseguida a la siguiente novela o necesita un tiempo para salir del mundo que acaba de crear?
Tardo un poco en hacerlo. Me cuesta como un mes poder volver al trabajo.
Como leemos en sus textos autobiográficos (A salto de mata, La invención de la soledad), pasó por diferentes problemas vitales y económicos antes de dedicarse a la literatura. ¿Cómo recuerda esa larga fase?
Me acuerdo de aquello cada día. No doy nada por hecho, te lo aseguro.
Muchos de sus personajes tienen el propósito de huir, mental o físicamente. ¿La huida es el elemento clave de toda su obra?
En el caso del protagonista de La noche del oráculo, el escritor Sidney Orr, no. Él no quiere escaparse a ninguna parte, es feliz con su vida. Inventa un personaje, Owen, que sí tiene que escapar. Se trata de una historia dentro de una historia. Así, el narrador principal se convierte en el narrador secundario.
La noche del oráculo sucede en Nueva York, como es habitual en sus obras. ¿No considera otros lugares para ubicar la acción de sus novelas?
He situado libros en diferentes sitios. La mayoría pasa en Nueva York, pero pienso en libros como Mr. Vertigo, que sucede en Kansas, o La música del azar, que se supone que ocurre en Pensilvania, en el campo. Aparecen diferentes lugares en mis obras, pero es que Nueva York es mi casa, es el lugar donde vivo y es el lugar que mejor conozco. Como todo el mundo sabe, es un lugar fascinante, es una fuente constante de inspiración.
En la novela, aparece El halcón maltés con la referencia a su personaje Flitcraft, un hombre que deja su hogar después de que casi morir por accidente. En el aspecto detectivesco, ¿Hammet ha sido su mayor influencia?
Realmente no. Me gusta el trabajo de Hammet, aunque prefiero el de otros escritores. Sin embargo, fue un pionero. ¿Sabes por qué usé la referencia de Flitcraft? Empecé a pensar por primera vez en La noche del oráculo hace veinte años. He tardado un largo periodo en acabar de inspirarme. En un momento dado, en medio de la redacción de las aventuras del libro, contactó conmigo el cineasta alemán Win Wenders. Había leído mis libros y le habían gustado mucho, así que me propuso que quizá podríamos hacer juntos una película.
¿De qué año hablamos? No recuerdo ese film.
Esto pasó alrededor de 1990. Le dije que deberíamos pensar en algo, y él dijo que sería fascinante coger la historia de Flitcraft y de El halcón maltés y convertirla en película. Hacer algo con esa idea del hombre que escapa de su vida. Me senté y escribí el esquema de la película. Por razones que complicaron el seguir adelante con ello, como conseguir el dinero para hacer la película, hicieron que el proyecto muriese. Pero tenía las páginas de la historia en mi cabeza todos estos años, y finalmente, cuando reuní todos los elementos que compondrían La noche del oráculo, acabé por utilizar todo eso para uno de los pasajes de la novela. Por lo tanto, Filtcraft me ha inspirado durante todos estos años.
Y hablando de influencias literarias, ¿cuáles serían las suyas?
Muchos. Diría que escritores americanos como Hawthorne, Thoreau, Melville; también los rusos, que fueron muy importantes para mí en mi juventud, como Tolstói y Dostoievski, y otros viejos novelistas como Dickens.
Y supongo que también la literatura francesa. (Lo decimos porque Auster vivió en París una temporada y fue el responsable, en 1981, de una magnífica antología de poesía gala del siglo XX cuya introducción encontramos en el volumen Experimentos con la verdad.)
Sí, por supuesto, pero no debemos olvidar la poesía de Paul Celan, y a Kakfa y Beckett, que también son de gran importancia para mí. Tengo muchas fuentes de inspiración.
¿Y qué tal con respecto al cine? Después de los guiones de Smoke y Blue in the face y dirigir Lulu on the bridge, ¿tiene algún proyecto fílmico?
No lo sé. Nada en el trabajo está planeado. Nunca se sabe lo que va a pasar en la vida. Tengo en mente un par de documentales que me gustaría escribir, pero no los voy a dirigir. El mundo del cine me parece fascinante, pero no he hecho nada al respecto durante los últimos años.
Se ha publicado en la prensa que ha participado en varios actos contra Bush. ¿Cuál es su pronóstico para las elecciones? ¿Kerry es esperanza de algo mejor?
Definitivamente, Kerry es la esperanza de algo mejor. Es absolutamente necesario que Bush sea vencido en noviembre para que nos libremos de él. Ha sido un desastre para el país y el mundo. No sé cómo será de terrible si Bush continúa en el gobierno, pero imagino que es capaz de hacer cualquier cosa. El domingo estuve en una manifestación en Nueva York, quinientas mil personas en la calle contra Bush. Que se manifieste medio millón de personas es realmente significativo.
Coincidiendo con el Congreso del Partido Republicano.
Sí. A nosotros, en Nueva York, no nos gusta Bush ni el Partido Republicano, y nos sentimos insultados por que vengan aquí para hacer la convención, explotando lo sucedido el 11 de Septiembre por razones publicitarias. No está bien. No deberían estar aquí.
T. M.