CANON de JOHANN PACHELBEL
Pachelbel es de mediados del siglo XVII, y creo que fue el primer compositor que me impresionó, además del Chaikovski que me llevó de niño a protagonizar una obrita en clase de música. Era muy fácil enamorarse del Canon, a todo el mundo le emociona, e incluso ha sido usado en varios films, que yo recuerde en Gente corriente y Volver a empezar. Pachelbel es ultrafamoso por esa pieza, pero las historias de la música se han olvidado de él. Sin embargo, para mí siempre será uno de los tres magníficos de un vinilo mítico de mi adolescencia: un disco que incluía Las cuatro Estaciones de Vivaldi, el citado canon y el Adagio de Albinoni. Creo que ese ha sido el disco más importante de mi vida, o al menos el fundador de mi gusto por la música.
De entre las innumerables adaptaciones modernas a esa obra, mi preferida es la de una violinista irlandesa llamada Eileen Ivers, que al inicio afronta la pieza con un tempo estándar pero que luego se acelera hasta alcanzar un ritmo endiablado. De hecho, la primera vez que fui a Dublín (en verano), varios músicos callejeros tocaban una y otra vez el canon en Grafton Street, la calle comercial del centro, hasta que conseguían que te hartaras de la composición.