de G. B. PERGOLESI
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Un día de verano, me levanté solo un sábado y puse la tele por simple inercia o tal vez recordando que a tempranas horas ponen música clásica. De súbito, apareció algo que me fascinó: una mujer y un hombre (este haciendo también tareas de director) que cantaban de forma alternada una obra que conocía (él con una increíble voz femenina) no sé desde cuándo. Ver en acción a la pareja me dejó estupefacto, y naturalmente, tuve que ir a la busca del CD de inmediato, en una de esas tiendas de discos cercanas a las Ramblas barcelonesas.