jueves, 23 de septiembre de 2010

Ni rastro de Hildur y Hans

Foto: R. V.

El dios Thor sabe que los busqué en rostros, cuerpos, movimientos. Intenté cenar en su restaurante preferido, en la calle Raudarstigur, pero estaba desaparecido en el portal donde debiera haber estado su puerta. Tampoco los vi por el estanque Tjörn, por la plaza Austurvöllur de sus primeros besos. Ni tampoco en los alrededores de la iglesia donde iban a casarse, Hallgrímskirja. Incluso visité la "ciudad de lava" donde compartieron un piso, Hafnarfjördur, a 7 km de Reikiavik. Pero ni rastro de Hildur o Hans. Faltó por probar en algunos bares donde solían ir o algún local de música en directo, o en su cine predilecto, de acuerdo, aunque inspeccioné la Biblioteca Nacional adonde acudía Hildur, estuve atento en el parque Arnarhöll, junto a la estatura del vikingo Arnarsson, por si veía alguna noche iluminada la cara pensativa de Hans.

Todo en vano. Me volví de Islandia sin conocer en persona a mis personajes.