martes, 26 de octubre de 2010

Nueva novela de Mario Cuenca Sandoval



Con motivo de la reciente novela de Mario Cuenca, rescato la crítica que escribí de la anterior, Boxeo sobre hielo (Berenice, 2007) y que publiqué en la revista Mercurio.

El filósofo en el ring

Entre la oleada de conservadurismo narrativo a la que los jóvenes no son ajenos –sobre todo si disfrutan (padecen en última instancia a efectos de descenso literario) de éxito editorial–, y las propuestas más dadas al experimentalismo o al collage estético, hay una literatura renovadora con bases perfectamente estables.

Es el caso de la primera y espléndida novela de Mario Cuenca Sandoval (1975); novela total en cuanto a que presenta tiempos y espacios diversos, un protagonista, el boxeador Larretxi, al que apodan El Loco, y su hijo –fusión de puntos de vista que se complementan hasta confundirse–, desde una disposición textual fragmentaria muy bien entendida a partir de breves capítulos numerados. Libro al fin que coquetea con lo ensayístico y lo humorístico a la vez, con lo filosófico mezclado con lo ordinario, con referencias artísticas universales mientras las fauces de la memoria de los personajes se abren paso hasta ofrecer el pasado común de varias generaciones de españoles.

Ya desde el impactante inicio, que se irá comprendiendo a medida que avancemos en la lectura, con una retahíla de nombres propios que guarda, en realidad, el espíritu del relato al asumir que uno es lo que lee y observa, lo que recuerda y desea, lo que es y no es –«Me llamo Mikel Larretxi Gris Vigeland Barthes (...)»–, y aun antes, desde la cita inicial de Schopenhauer, que el autor rescató de un curiosísimo lugar, Boxeo sobre hielo constituye una narración maravillosamente atípica. Se trata de un relato sobre quién fue Larretxi y su mujer Margot; sobre cómo el hijo en común se pregunta por sus padres; sobre cómo se ven en el filo de la locura y, al mismo tiempo, siguen su instinto sentimental para, a veces mediante la vida de los demás, reencontrarse consigo mismos.