viernes, 12 de noviembre de 2010

Carlos Edmundo de Ory: surrealismo a la deriva

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Nació en 1923, destacó en el panorama cultural de Madrid muy pronto, en 1942, cuando fundó el movimiento postista con Eduardo Chicharro y Silvano Sernesi, pero no fue hasta los años setenta –cuando se publican tres antologías a cargo de grandes estudiosos– que la poesía del gaditano Carlos Edmundo de Ory empezó a ser conocida. En parte por su raigambre experimentalista, que lo alejaba de las tendencias dominantes de la época, como la poesía social, y en parte porque ya en 1952 se trasladó a París, para luego instalarse de forma permanente en Amiens. Muere, pues, una rara avis de la poesía española, un vanguardista de raza que desde su exilio francés se mantuvo unido y separado a la vez del ambiente literario que lo vio nacer.

Hijo del poeta modernista Eduardo de Ory, que fue amigo de Villaespesa y Rubén Darío, el joven Carlos Edmundo ingresó en la Escuela de Náutica, aunque abandonó sus estudios cuando estalló la guerra civil. Una vez trasladado a Madrid, se ganó la vida como bibliotecario, impulsó las revistas Postimo y La Cerbatana y publicó varios libros en los cuarenta: Sombras y pájaros, Canciones amargas y Versos de pronto, fue redactor de El Correo Literario y creó, en colaboración con el pintor Darío Suro, en 1951, el «manifiesto introrrealista», donde defendía la idea de una poesía que naciera del interior del ser humano, respondiendo con la escritura al estado de ánimo y subconsciente.
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Ory se busca y se encuentra en esa deriva casi surrealista, y buscar ampliar fronteras. Así, visita Marruecos e Italia y ejerce de profesor en Perú, en los años 1957-58. Más tarde publica Los sonetos (1963), funda en 1968 el Atelier de Poésie Ouverte, concebido desde el ideal de una poesía colectivizada que llegue a un público mayoritario, y no sólo responde a la llamada poética, sino que se adentra en la prosa con un Diario (1975) o la novela Mephiboseph en Onou, diario de un loco (1973). Carlos Edmundo de Ory: escritor inclasificable, en definitiva, hoy clasificado entre los poetas difuntos del vanguardismo del siglo XX más tardío.

Publicado en La Razón, 12-XI-2010