sábado, 6 de noviembre de 2010

Entrevista a Pere Gimferrer en el 2006


Tomo el pretexto de la publicación de este estudio de la obra de Pere Gimferrer, en la editorial Los Libros del Señor James, para rescatar la entrevista que le hice al autor en marzo del 2006, publicada en La Razón.
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Toda una vida dedicada a la lectura, a la escritura, a la traducción le contemplan, pero con sesenta y un años Pere Gimferrer parece haber iniciado una nueva etapa, tanto personal como literaria, a raíz de una vivencia amorosa que ahora cobra la forma de dos libros, uno en prosa y otro en verso.
¿Hasta qué punto Interludio azul y Amor en vilo son complementarios y cuáles han sido las circunstancias de su creación?
Interludio azul es un libro escrito en catorce días; constituye un cuerpo cerrado y, al mismo tiempo, deliberadamente lo que en él se narra queda en suspenso, porque se propone sólo, por así decirlo, describir una situación, sus precedentes y sus planteamientos iniciales. Después, con la diferencia de unos dos meses, empecé a escribir poemas. Si miramos esto desde el punto de vista de la relación entre lo narrado y la escritura, el libro en verso continúa el libro en prosa, pero los dos son autónomos.
Interludio, al remitir continuamente a citas, ¿podrían considerarse unas memorias como lector?
En el libro se acentúa mucho una tendencia que estaba en otros textos míos pero que aquí adquiere mucho protagonismo, el hecho de que hay muchas equivalencias y correlaciones no sólo literarias, sino también relacionadas con la pintura y el cine.
En cuanto a Amor en vilo, dado que la pasión amorosa es el tema principal, ¿su habitual reflexión sobre la poesía, retomando la frase que tanto aprecia de Stevens –el tema de la poesía es la poesía– ahora es secundaria?
Esto es verdad, y al mismo tiempo hay otro aspecto de forma latente que está en otra zona del libro, la cantidad de variedades métricas y estróficas que uso, lo que tácitamente remite a la historia de la literatura. Los sonetos, por ejemplo, son muy variados y no todos ortodoxos, y hay también verso libre, endecasílabo y alejandrino blanco, estrofas de mi invención, intentos de estrofas que se acercan a la poesía trovadoresca provenzal. Hay muchas cosas que remiten a la propia poesía; todo está implícito.
Tiempo atrás reconoció ser un poeta anticonfesional. Con estos dos libros, de carácter tan íntimo, pareciera cambiar de actitud literaria, partir del yo profundo.
Sí, hay una parte de mi poesía, muy extensa, que no es confesional, sino deliberadamente impersonal, pero esto queda alterado en gran medida por el mero hecho de que Amor en vilo es mi libro más largo con mucha diferencia, una especie de diario poético. La confesión de todas maneras no sé si es la palabra. Al hablar de confesión la gente piensa en poetas que yo admiro y respeto mucho, como Gil de Biedma, pero el tipo de mi poesía es muy distinto.
En su Dietario, se lee la recomendación que le hizo un día Cabral de Melo: escribir cosas que se puedan visualizar, imágenes. ¿Es una actitud de cara a conectar con la sensibilidad mejor del lector o hacerle más accesible la lectura?
De la poesía, y del arte en general, hay que preguntar no qué significa sino qué es. Por otra parte, el lector de estos poemas de ahora no creo que tenga ninguna dificultad, sí con algunos anteriores, supongo. Las palabras de Cabral de Melo se refieren a la eficacia poética: algo que el lector pueda visualizar, es eficaz poéticamente; algo no visualizable, no funciona como poesía.
Por cierto, ¿cómo es el proceso que le lleva a concebir un poema?
Salvo la diferencia estética de cada página o de cada frase, en la cual me concentro muchísimo, no me hago un plan estético previo. El plan estético surge cuando empiezo a escribir y entonces organizo el texto. Hay una idea general de lo que quiero hacer, un núcleo de sonidos antes que de palabras, luego de palabras, y eso se va organizando según voy escribiendo.
Llevaba muchos años sin publicar poesía en castellano. En el libro explica por qué (es la lengua que usa con la persona que los ha inspirado), ¿pero además se siente observado o presionado por el entorno intelectual y político?
Esa explicación me parece que es totalmente ajena a cuestiones políticas. Me ocurre una cosa muy sencilla: como desde el año 69 me preguntan por qué escribo en catalán, ahora preveo que me preguntarán lo contrario, y entonces me adelanto a esta pregunta. Y otra cosa: aunque ni entonces ni ahora mi elección de lengua responde a motivos políticos, es evidente que, a efectos de la sociedad, no es lo mismo escribir en catalán en el 70 que en castellano en el 2006. La situación política es distinta.