Con ese título publico un largo artículo en la revista Clarín (nov-dic. 2010, núm. 90), acompañado de las fotos de mi vieja biblioteca, hoy desperdigada en otras casas y en una universidad, bajo mínimos pero suficiente, pues ahora, sobre otros estantes, permanece lo que importa leer o releer.
Abordo en el ensayito una de las cosas que más me inquietan a la hora de analizar narrativa. Empieza así: "Seamos realistas, decimos a veces para reclamar el sentido de lo recto y franco, para erradicar infundadas esperanzas, para alejarnos de lo improbable, de lo casual y extraño. Realismo es una palabra..." Indago en ese concepto en varios párrafos, para pasar, en diferentes apartados, a comentar "El vacío de Henry James y los realismos de C. S. Lewis", "El realismo y la historia literaria", la "Falsedad y verdad de las corrientes realista y naturalista", "Hacia la libertad narrativa" y "Objetividad y subjetividad narrativas".