viernes, 21 de enero de 2011

La fraternal utopía del viajero

Foto: en un suburbio de Baltimore, junio 2007

La sala dedicada a Rubens del Museo del Prado es atosigante: como era frecuente antaño, se ha decidido colocar las telas una junto a otra, con escasos centímetros de distancia, con sólo el apoyo de un número que, estampado en la pared y casi a ras de suelo, indica la localización de cada obra en el librito informativo que se ofrece en la entrada. Son 90 cuadros impresionantes, inmensos, emblemáticos, de tema mitológico y bíblico: El juicio de Paris, El triunfo de la Eucaristía, El rapto de Europa, Adán y Eva, Las tres Gracias, Saturno devorando a un hijo...
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Pedro Pablo Rubens vivió entre 1577 y 1640. Para mis ojos, nació en verdad en una visita a Amsterdam de adolescente. Ahora en el Prado lo miro atónito, 90 cuadros casi rozándose, en una orgia de posturas y colores. M¡ro arriba: en lo alto de las paredes, se hayan escritas varias frases del pintor, y anoto una de 1625: "Considero que todo el mundo es mi país, y que seré muy bienvenido en todos los lugares". Qué hermoso deseo y lema para todo viajero.