jueves, 16 de junio de 2011

El criminal igual que el escritor



El hombre en asombro permanente que fue Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) tuvo, entre sus infinitas inquietudes, una que le acompañó desde sus primeras lecturas hasta su muerte: el relato policíaco.A ello le dedicó innumerables páginas ensayísticas y narrativas, y ahora el editor Jaume Vallcorba recoge cuarenta y dos textos sobre el asunto que el autor publicó en diferentes revistas. Un regalo de antología porque, como no podía ser de otra manera, la felicidad, la gracia y la inteligencia que destila cada renglón es insuperable. El autor de El hombre que fue Jueves –del que habla ampliamente en el volumen– cumple este junio setenta y cinco años de inmortalidad, y su detective eclesiástico, «cuyo rasgo característico era no tener rasgos característicos», un centenar desde que vio la luz El candor del padre Brown.

Cómo escribir relatos policíacos bien podría convertirse en el manual oficial de instrucciones lectoras y creativas para todo aquel al que le guste el género de policías y asesinatos, tal es su variedad de reflexiones y el acierto en sus análisis y consejos. En especial, Chesterton consagra bastante espacio a las innovaciones de Conan Doyle, quien, «por encima de todo, rodeó a su detective del auténtico ambiente poético londinense». Y es que el género que nos ocupa muestra «un drama de máscaras y rostros» que a su vez refleja «la poesía de la vida moderna». Es en este tipo de libros populares donde se haya la ética del presente: «Creo que las novelas de crímenes son la parte más moral de la ficción moderna», sentencia. Y así nos va divirtiendo e iluminando, como cuando dice que el criminal y el escritor se parecen mucho, pues cada uno esconde un delito: «El criminal busca ocultarlo de la policía, y el escritor, de sus lectores».

Publicado en La Razón, 16-VI-2011