Allan Sillitoe, Sábado por la noche y domingo por la mañana (Impedimenta) Adaptada en su momento al cine, esta fue la primera obra importante del narrador inglés, muerto en el 2010. En ella, se recrea el movimiento de los Jóvenes Airados británicos, a partir de su protagonista, Arthur Seaton, un muchacho de veintidós años que trabaja en una fábrica a diario y que aprovecha los fines de semana para emborracharse en un pub hasta el desmayo y tener una relación con una mujer casada.
Fiódor Dostoievski, Humillados y ofendidos (Alba) He aquí la primera novela larga del autor ruso, una historia que cuenta cómo la pareja formada por Natasha y Aliosha desean emanciparse y alejarse del opresivo ambiente familiar. Sin embargo, el padre del muchacho, el príncipe Valkovski, un hombre sin escrúpulos, tiene otros planes para su hijo: casarlo con una rica heredera. Y no cejará en su propósito.
Arkadi y Borís Strugatski, El lunes empieza el sábado (Nevsky) Publicada en 1965, esta novela salió de la fantasía de dos hermanos supervivientes de la Segunda Guerra Mundial que, con un gran sentido del humor, desarrollaron la vida de un joven científico que se emplea en un instituto que investiga el folclore ruso. Bajo la apariencia de una obra divertida, sin embargo, se esconde un ataque mordaz a la sociedad soviética.
Ramón Andrés, Los extremos (Lumen) El gran pensador y musicólogo navarro reúne un conjunto de aforismos que hará las delicias de los amantes del género. Todas sus inquietudes intelectuales: el silencio como tema literario, la meditación espiritual, la música y el arte, la vida en mayúsculas concretada en las minúsculas cosas del día a día, están representadas en estas páginas.
Publicado en La Razón, 18-VIII-2011