sábado, 18 de febrero de 2012

La mística del alma de Irlanda

“La lucha de Cuchulain con el mar”, “El hombre que soñó con el país de las hadas”, “La canción del errante Aengus”, “A un espectro”… Los poemas que W. B. Yeats consagró a la mitología irlandesa o al mundo de los muertos abundan en toda su obra, desde el poema narrativo «Las errancias de Oisin» (1889), hasta sus «Últimas poesías» (1939). Antonio Rivero Taravillo, que ofreció el año pasado la poesía completa del autor irlandés, señalaba la simbología, las alusiones legendarias y lo feérico en cada uno de sus poemarios, cuya lectura se enriquece en paralelo con esta novedad de Acantilado, que recupera traducciones de los años ochenta de Javier Marías, Alejandro García Reyes y otra actual de Miguel Temprano, y que no incluye, extrañamente, la nota introductoria que Yeats escribió para la edición de 1925.

Tampoco se han conservado las útiles notas a pie que Marías y García Reyes dieron en su día, aunque se ha ampliado oportunamente el glosario de dioses que el narrador madrileño adjuntara a “El crepúsculo celta”, libro aparecido en 1893 pero luego relaborado por Yeats y que, a mi juicio, de todos los que aquí se reúnen, es el de mayor encanto. En él, Yeats camina alrededor de su querido monte Ben Bulben de Sligo para que los campesinos le cuenten historias del “fantasma casero”, que “es por lo general una criatura inofensiva y bienintencionada”, de “la reina de los duendes” –de estos “es peligroso hablar”–y, en suma, de “las criaturas naturales y sobrenaturales del bosque”. La impresión es evidente: “En Irlanda este mundo y el mundo al que vamos después de la muerte no están muy separados” (pág. 111).

Son anécdotas maravillosas del folclore gaélico, que para Yeats tienen la nobleza y hermosura de la más alta de las aristocracias del pensamiento, que tendrán su continuación en “La rosa secreta”, “Historias de Hanrahan el Rojo” y “La rosa alquímica, las tablas de la ley y la adoración de los magos”, todos de 1897. Mención aparte merecería “Per amica silentia lunae” (1917), una joya ensayística donde aparece, en su plenitud, la visión poética del autor dublinés.

Publicado en La Razón, 16-II-2012