sábado, 21 de abril de 2012

El viajero adolescente


Luis Fernando Moreno Claros, el gran especialista en la familia Schopenhauer  –cabe recordar ahora que se ocupó de traducir una novela de la madre del filósofo, «La nieve» (editorial Periférica, 2007)–, ofrece textos inéditos de máximo interés biográfico sobre el autor de «El mundo como voluntad y representación». Se trata de dos diarios de viaje que el adolescente Arthur llevó a cabo en sendos viajes con sus padres en los años 1800 y 1803-1804. El primero lo escribió durante los meses de verano en el balneario bohemio de Carlsbad, y abarca sus impresiones de diversos lugares de Centroeuropa, como Hamburgo y Praga. El segundo, espejo nada menos que de un año y medio de viaje, recorre Inglaterra, Francia, Holanda y Suiza. 

Más allá de comprobar la precocidad y disciplina de un muchacho políglota y educado en los refinamientos de la cultura que anota sus observaciones de paisajes, museos u obras teatrales a las que asiste, el libro interesa por ver un gran contraste que ya destaca Moreno Claros en la introducción. Esto es, cómo es posible que un chico de alta alcurnia como fue él, que tuvo el enorme privilegio de conocer el continente y proyectar una vida de parabienes, desarrollara un pesimismo filosófico tan extremo. La respuesta se fraguó en los genes: el padre, depresivo y cuya muerte libró al joven de seguir sus pasos como comerciante –un suicidio poco después de volver a casa–, le dio todo a su hijo, menos la capacidad de ser feliz.

Publicado en La Razón, 19-IV-2012