martes, 12 de junio de 2012

Edward Hopper, por escrito


Siempre se ha dicho que los cuadros de Edward Hopper poseen una fuerte carga narrativa, que detrás de los personajes o paisajes solitarios que solía pintar se ocultan historias que bien podrían llevarse al papel. Prueba de ello fue la exposición organizada por el Whitney Museum of Modern Art de Nueva York en 1995, titulada “Edward Hopper y la imaginación americana”, en la que las pinturas seleccionadas del artista estaban acompañadas de textos de autores como Norman Mailer o Paul Auster.

Y es que las escenas de parejas, u hombres y mujeres detenidos en espacios cerrados parecerían ir directamente a los relatos de Raymond Carver, de un realismo doméstico, teatralizado y tan sobrio como tenso. Por algo, la joven dramaturga Eva Hibernia estrenó hace un año “La América de Edward Hopper” en el Teatro Español, haciendo hablar a los personajes del pintor, imaginando sus vidas y conversaciones en una habitación de hotel.

No es casualidad, pues, que el propio Hopper tuviera sensibilidad hacia lo literario, aunque se prodigara poquísimo. Ahora, gracias a la editora y traductora Clara Pastor, el lector tendrá al alcance sus “Escritos” (Elba Editorial), todo aquello que Hopper publicó sobre arte: cuatro declaraciones, que podrían considerarse una especie de manifiesto artístico, y las tres reseñas que escribió para la revista “The Arts”, editada en Nueva York entre 1920 y 1931: “John Sloan y la escuela de Filadelfia”, “Charles Burchfield, americano” y “Los mejores grabados del año”.

Dichas declaraciones están extraídas de un catálogo de exposiciones y de una carta-respuesta a un galerista en los años treinta, por una parte, y por la otra, de la revista “Reality”, que en 1953 recogió reflexiones de varios pintores, y del texto que Hopper preparó como miembro del jurado de una exposición de 1951. En ellas, Hopper comenta su cuadro “Manhattan Bridge Loop”, cuestiona el concepto de modernidad, pues todo gran artista es siempre moderno, y dice, rotundo: “La única cualidad que perdura en el arte es una visión propia del mundo”.

Publicado en La Razón, 12-VI-2012