jueves, 6 de septiembre de 2012

El pasado visto con arte


El Emerson del ensayo «La historia», aquel que decía: «El estudioso ha de leer la historia activamente, no pasivamente: debe entender que el texto equivale a su vida, de la cual los libros son el comentario», parece encarnarse en estos textos azorinianos reunidos por Francisco Fuster con el subtítulo «Reflexiones sobre el oficio de historiador». Son treinta y un ensayos (once de ellos inéditos en libro) más un cuento con los que José Martínez Ruiz, como dice el editor, se aleja de la mera erudición para preocuparse por «cómo el historiador se convierte en narrador para construir un relato coherente a partir de lo que sólo era una montaña de datos».

Y es que el método lo es todo; de él depende que cualquier lector asimile la historia con fluidez y conocimiento. Para Azorín, tales asuntos han de carecer de retóricas y contenidos superfluos, indica Fuster, han de ir a lo importante, a lo práctico y a lo comprensible. Por eso, en estos artículos de prensa («Abc», «La Vanguardia», «Destino»…), el autor de «La voluntad» opta por el diálogo entre personajes cercanos en su día a día o por comentarios sobre novedades editoriales para presentar, con amenidad, sus inquietudes en este campo. Y todas convergen en varias ideas: la historia es más subjetiva que objetiva; la de España se conoce y enseña mal; y la historia, más que una ciencia, es «arte de nigromántico».

El editor estructura el volumen muy apropiadamente según tres asuntos: la utilidad de la historia, el historiador como artista y las maneras en que se ha de escribir la historia. La «sensibilidad» del que escribe literatura tiene que ser similar al que escribe sobre los hechos pasados, insinúa Azorín, porque también es «una aproximación a la verdad», «una materia fluida», cambiante. Y no podía ser de otra manera en una generación, la del 98, que siempre se preocupó de la España de ayer. «El pasado depende del presente», por lo tanto, pero no sólo para los especialistas, pues todo hombre, como diría Emerson, puede vivir la historia al completo en su persona.

Publicado en La Razón, 6-IX-2012