miércoles, 28 de noviembre de 2012

Entrevista capotiana a Edmundo Paz Soldán



En 1972, el escritor estadounidense Truman Capote (1924-1984) publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama 1999), y en él el autor de A sangre fría se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Edmundo Paz Soldán.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Nueva York o Madrid.
¿Prefiere los animales a la gente?
No. Me caen bien los perros y los gatos, pero no los tendría en mi casa.
¿Es usted cruel?
A veces quisiera pero no me sale.
¿Tiene muchos amigos?
Doy la impresión de tener muchos amigos porque tiendo a abrirme fácilmente. En el fondo soy muy solitario y más bien me cuesta hacer amigos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No muchas. Que estén ahí siempre, nada más.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
De vez en cuando sí. Pero imagino que yo también a ellos. Si es amistad verdadera, uno termina por reponerse.
¿Es usted una persona sincera? 
No siempre lo he sido y me siento orgulloso de ello. Con los años me estoy volviendo escandalosamente sincero. Aunque todavía me cuesta decirle a un amigo que no me ha gustado su libro.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo y escribiendo.
¿Qué le da más miedo?
La muerte, pero ya no tanto la mía como la de algún ser querido. Mi pareja, mis hijos, mis padres, mis hermanos.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La facilidad con que en Estados Unidos se pueden comprar armas.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Hubiera sido periodista, aunque eso también da para una vida creativa. Alguna vez coqueteé con la política, pero por suerte descubrí a tiempo que no me da el carácter.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Natación, a veces. Voy al gimnasio, a veces. Todo a veces. Muy raras veces.
¿Sabe cocinar?
Sé seguir las instrucciones en un libro de cocina.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Bobby Fischer y Maradona.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Consuelo.
¿Y la más peligrosa?
Inconsolable.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Claro que sí. Se me ha pasado a los quince segundos.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Centrista, con fe en el Estado asistencialista.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Inventor de crucigramas.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El desorden. La impuntualidad.
¿Y sus virtudes?
La persistencia. La capacidad para hacer caso a mis obsesiones.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Pensaría en la única mascota que tuve en mi vida. Un loro llamado Panchito, cuando yo tenía siete años y era feliz en mi infancia soleada en Cochabamba.
T. M.