En 1972, el escritor estadounidense Truman
Capote (1924-1984) publicó un original texto que venía a ser la autobiografía
que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama 1999), y en él el
autor de A sangre fría
se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas
preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres,
ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana»,
con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Edmundo Paz Soldán.
Si
tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál
elegiría?
Nueva York o Madrid.
Nueva York o Madrid.
¿Prefiere
los animales a la gente?
No. Me caen bien los perros y los
gatos, pero no los tendría en mi casa.
¿Es
usted cruel?
A veces quisiera pero no me sale.
¿Tiene
muchos amigos?
Doy la impresión de tener muchos amigos porque tiendo a
abrirme fácilmente. En el fondo soy muy solitario y más bien me cuesta hacer
amigos.
¿Qué
cualidades busca en sus amigos?
No muchas. Que estén ahí siempre, nada más.
¿Suelen
decepcionarle sus amigos?
De vez en cuando sí. Pero imagino que yo también a ellos.
Si es amistad verdadera, uno termina por reponerse.
¿Es
usted una persona sincera?
No siempre lo he sido y me siento
orgulloso de ello. Con los años me estoy volviendo escandalosamente sincero.
Aunque todavía me cuesta decirle a un amigo que no me ha gustado su libro.
¿Cómo
prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo y escribiendo.
¿Qué
le da más miedo?
La muerte, pero ya no tanto la mía como
la de algún ser querido. Mi pareja, mis hijos, mis padres, mis hermanos.
¿Qué
le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La facilidad con que en Estados Unidos se pueden comprar
armas.
Si
no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Hubiera sido periodista, aunque eso
también da para una vida creativa. Alguna vez coqueteé con la política, pero
por suerte descubrí a tiempo que no me da el carácter.
¿Practica
algún tipo de ejercicio físico?
Natación, a veces. Voy al gimnasio, a
veces. Todo a veces. Muy raras veces.
¿Sabe
cocinar?
Sé seguir las instrucciones en un libro de cocina.
Si
el Reader’s Digest le
encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a
quién elegiría?
Bobby Fischer y Maradona.
¿Cuál
es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Consuelo.
¿Y
la más peligrosa?
Inconsolable.
¿Alguna
vez ha querido matar a alguien?
Claro que sí. Se me ha pasado a los quince segundos.
¿Cuáles
son sus tendencias políticas?
Centrista, con fe en el Estado asistencialista.
Si
pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Inventor de crucigramas.
¿Cuáles
son sus vicios principales?
El desorden. La impuntualidad.
¿Y
sus virtudes?
La persistencia. La capacidad para hacer caso a mis
obsesiones.
Imagine
que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían
por la cabeza?
Pensaría en la única mascota que tuve
en mi vida. Un loro llamado Panchito, cuando yo tenía siete años y era feliz en
mi infancia soleada en Cochabamba.
T.
M.