martes, 18 de diciembre de 2012

Declaración de finales


Ser poeta es una actitud, una máscara que no se ve pero que es verdadera y que está dentro del individuo. Ser poeta es una protección ante el mundo, una preocupación por vivir, hondo consuelo de hablar de la vida mediante una manera insólita: el lenguaje (el mismo que utilizamos para hablar), enriquecido por la comprensión de nuestra mente abstracta, por el sonido y el ritmo de las letras mezcladas, por la angustiosa sensibilidad de reclamar como nuestro todo lo que pasa, en el interior y en el exterior de uno mismo, una necesidad que es satisfecha para evitar el presunto remordimiento por no haberla ejecutado. Ser poeta es fingir un dolor estético, declarándolo, argumentar el principio y el fin de los sentimientos, enfangarse de pasado: y no de las circunstancias, sino del poso del abandono triste o del desencanto feliz que han producido. Ser poeta es optar a la solemnidad, a veces ridícula, de admitir que la vida puede llegar a ser importante si merece dejarse escrita.
25 de junio de 1997