miércoles, 19 de diciembre de 2012

Entrevista capotiana a Vicente Luis Mora



En 1972, el escritor estadounidense Truman Capote (1924-1984) publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama 1999), y en él el autor de A sangre fría se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Vicente Luis Mora.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La New York Public Library, seguramente.
¿Prefiere los animales a la gente?
No. Bueno, depende de qué gente, claro. Hablando en abstracto prefiero a los seres humanos.
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
Si “amigo” se entiende en el sentido más exigente del término, tengo cuatro. En un sentido menos restringido tengo decenas, por fortuna.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Busco compatibilidad de defectos y afinidad de afectos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Nunca.
¿Es usted una persona sincera? 
No, nadie lo es.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
No tengo, porque cualquier libro que leo o cualquier película vista son “analizables” y pasan a formar parte del espectro cultural de nuestro tiempo, que es mi campo de operaciones. En consecuencia, creo que lo único parecido al verdadero ocio que hago es el deporte.
¿Qué le da más miedo?
Defraudar a alguien.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El hambre, que alguien pase hambre.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No tengo claro que esto fuera una decisión, con lo cual no puedo ponerme en otro lugar.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, varios.
¿Sabe cocinar?
Sobrevivo pero reconozco mi total falta de talento e interés.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
No creo que aceptase, la verdad.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Cualquier respuesta que se me ocurre es boba o, peor aún, cursi. Paso palabra.
¿Y la más peligrosa?
Pureza.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Supongo que debo responder “no”, de forma muy contundente, para evitar que una posible respuesta positiva pueda jugar en mi contra en el hipotético caso de seguirse en el futuro un proceso contra mí por homicidio o asesinato.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Se ven claramente en mis libros.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Bosón de Higgs, para saber si realmente existo o no. Debe ser una partícula de lo más metafísico y hamletiano.
¿Cuáles son sus vicios principales?
No pensará usted que los voy a publicar en Internet. Los pistachos.
¿Y sus virtudes?
Soy limpio.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
El plano final de Ran, de Kurosawa; el Gran Cañón visto desde el borde sur; los cinco pasos que da Charlize Theron en un anuncio de TV; el ojo izquierdo de Monica Bellucci; el ojo derecho de quien yo sé; el semi-gancho con el que Magic Johnson ganó el campeonato de la NBA a los Celtics en su propio campo; cualquiera de los Rojos de Rothko; los planos del desierto de Lawrence de Arabia, de David Lean; las dunas blancas de las White Sands, en Alamogordo.
T. M.