jueves, 20 de diciembre de 2012

Tras los pasos de Amado Alonso


Querido y Amado Alonso:
Ayer me di cuenta de que he seguido sus pasos por el mundo. En parte, claro está, pues usted caminó mucho; y lo seguiré haciendo hasta que conozca la tierra que le vio nacer, Navarra, pues allí me honrarán entregándome el premio internacional de crítica literaria que lleva su nombre. Lo supe anteayer, y mi alegría fue máxima, porque unos señores y una señora: Isabel López Martínez, José Luis Martín Nogales, Manuel Borrás, Emilio Echavarren, Ricardo Pita y Tomás Yerro, ya para siempre amigos y cómplices literarios míos, así lo quisieron. A ellos va mi más profundo y fraternal agradecimiento.
He dicho que he seguido sus pasos porque yo también pisé la Universidad de Puerto Rico (usted en 1927), la Universidad de Harvard (usted en 1946), Chile (usted en 1936 y 1941), la Universidad de Columbia (usted en 1942) y de nuevo Harvard en 1946 –donde ocupó una cátedra hasta su muerte, en 1952–, y Filadelfia, donde fue miembro de la American Philosophical Society, y la propia ciudad de Boston, y Cambridge, desde luego, y el estado de Massachussets en general.
En el volumen de Gredos que tengo de su Poesía y estilo de Pablo Neruda, que tanto me inspiró para un ensayo que le dediqué a Residencia en la tierra y que incluí en mi libro Experiencia y memoria, aparece usted en una bonita foto de 1946, en Buenos aires. Ese es el lugar al que me falta acudir de los suyos importantes –¿he de recordarle que vivió allí veinte años?, ¿que se dedicó en cuerpo y alma a su Instituto de Filología, creado en 1923 y hoy llamado Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas Dr. Amado Alonso?–; ese es el lugar al que tendré que ir pronto. Y entonces ya me quedarán menos suelos que compartir con usted, hasta, como le digo, pise el que le vio nacer, y pueda saludarle, in situ, in mente.
Hasta entonces, pues. Siempre suyo
T. M. G.