domingo, 23 de diciembre de 2012

Entrevista capotiana a Agustín Fernández Mallo


En 1972, el escritor estadounidense Truman Capote (1924-1984) publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama 1999), y en él el autor de A sangre fría se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Agustín Fernández Mallo.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi propia casa, por supuesto.
¿Prefiere los animales a la gente?
Decididamente, no. Me resulta totalmente ajena esa práctica de atribuirles a los animales cualidades humanas. Me parece una alucinación.
¿Es usted cruel?
Ni idea. Bueno, no.
¿Tiene muchos amigos?
Los suficientes, creo.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Algo que vagamente podríamos llamar una “razonable lealtad”.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Más o menos el 50% de ellos, pero continúas, por algo son amigos.
¿Es usted una persona sincera? 
Todo lo que las relaciones sociales lo permiten. La sinceridad absoluta es una pedantería ética.  
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Viendo la tele o escribiendo.
¿Qué le da más miedo?
Supongo que lo puede llegar a hacer la gente por envidia; es decir, por miedo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
En principio, nada. Todo es matizable.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Cuidar vacas.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Ninguno. Creo que el deporte es malo.
¿Sabe cocinar?
Sí, relativamente bien.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
No lo sé. Posiblemente algún escalador.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
La propia palabra “esperanza”.
¿Y la más peligrosa?
Bondad.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Muchas veces, pero mi educación me lo impide.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Todas aquellas que fomentan el librepensamiento.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Lo he dicho, granjero de vacas.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Mis vicios son marcas corporativas: Lucky Strike y CocaCola (Zero). Les debemos tanto.
¿Y sus virtudes?
Escribir para mí y sólo para mí, y no obstante que me salga algo que interese a una parte de los de ahí fuera.  
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Supongo que la perversa mezcla de una imagen de infancia y quién demonios gestionará mi propiedad intelectual.
T. M.