La continua
presencia editorial de Chesterton es del todo justificada con títulos como
este, un conjunto de artículos escritos poco antes de la Gran Guerra que eran
inéditos en España y que nos abren a un campo que caducó hace tiempo y a la vez
es actual. Así lo expresa en el prólogo el profesor universitario Salvador
Antuñano, que hace una interesante equivalencia entre lo que fue aquella “controversia
pública –es decir, política y en el fondo filosófica” y lo que hoy se respira
en torno a “los intentos de disolución de la institución familiar” y a “la
mentalidad abortista”. Hablamos de la eugenesia, cuyos orígenes ya están en
Platón (el término significa ‘bien nacido’) y que defenderán científicos
decimonónicos de renombre, intelectuales como G. B. Shaw y políticos como
Churchill.
La Sociedad
Eugenésica se fundó en Londres en 1907 con el fin de divulgar la “ciencia para
mejorar la raza”, que los nazis llevaron hasta el horror pero que las leyes
británicas ya impusieron a inicios del siglo XX, ante la indignación de
Chesterton, quien denunció esa práctica que hacía legal el hecho de encarcelar
a “débiles mentales” para impedir que se casaran o tuvieran hijos, de tal modo
que “el vagabundo huidizo, el trabajador tímido, el rústico excéntrico
fácilmente pueden ser encerrados en condiciones concebidas para los maníacos
homicidas”. El autor explica que, “allá por 1913, la eugenesia pasó de capricho
a moda” y lo que parecía una broma ya iba en serio: hacer superhombres,
delinear las condiciones prenatales, etc. Así, con la mordacidad que le
caracterizó, Chesterton destapa “la teoría falsa” en que se basan estas
acciones, dando una lección de humanismo al defender al incapacitado, al
desequilibrado, al diferente, pues quién no es así un poco.
Publicado en LaRazón, 10-I-2013