viernes, 11 de enero de 2013

Entrevista capotiana a Juan Villoro


En 1972, el escritor estadounidense Truman Capote (1924-1984) publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama 1999), y en él el autor de A sangre fría se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Juan Villoro.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi barrio en México: Coyoacán.
¿Prefiere los animales a la gente?
Para nada. La gente es una lata pero los animales son peores.
¿Es usted cruel?
Sólo conmigo mismo.
¿Tiene muchos amigos?
Más de los que merezco.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Lealtad, sentido del humor, congruencia con lo que piensan.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Cada diez años hay una decepción de ese tipo. No es una cuota alta, pero duele.
¿Es usted una persona sincera? 
No creo que la sinceridad sea una virtud en sí misma. Generalmente es ofensiva. Soy sincero en las escasas ocasiones en que conviene serlo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Viajando con mi hija, viendo partidos de fútbol, caminando por cualquier sitio, visitando restaurantes, cantando canciones rancheras con mis amigos (en ese orden).
¿Qué le da más miedo?
Que le pase algo a mi familia.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Cualquier acción del gobierno mexicano.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me hubiera gustado ser médico.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Soy un caminante obsesivo y un nadador ocasional.
¿Sabe cocinar?
Sólo los platillos que le gustan a mi hija.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Ángel Fernández, el cronista de fútbol que pobló mi infancia de héroes y convertía el partido más aburrido en la guerra de Troya.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Lógico: “esperanza”. Tiene la primera y la última letra del alfabeto y es un nombre de mujer.
¿Y la más peligrosa?
Amor.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sólo en sueños.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
De izquierda autocrítica, lo cual equivale a decir: de izquierda sin partido.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un dandi en París, en el periodo entre guerras, con mucho dinero y caprichosamente irresponsable (esto último me parece lo más difícil).
¿Cuáles son sus vicios principales?
Me preocupo de todas las cosas que no son importantes.
¿Y sus virtudes?
Proteger a los demás (en este caso, “los demás” suelen ser mujeres).
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Ya me sucedió, dos veces, una en la infancia, otra en la primera juventud. Pensé en mis seres queridos y me dio gusto que no estuvieran conmigo. Fueron momentos extrañamente tranquilos.
T. M.