domingo, 22 de diciembre de 2013

Entrevista capotiana a José Manuel Fajardo


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Manuel Fajardo.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Como soy claustrofóbico, tendría que ser un lugar amplio. El continente americano, por ejemplo.
¿Prefiere los animales a la gente?
En general, prefiero la gente, pero con algunas personas estoy dispuesto a hacer una excepción.
¿Es usted cruel?
Detesto la crueldad y a quienes la practican, pero a veces por ignorancia uno puede ser cruel con otra persona sin ser consciente de ello.
¿Tiene muchos amigos?
Sí y es una de las mejores cosas que me ha dado la vida.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Sinceridad sin agresividad, capacidad de reír, que se esfuercen en evitar hacer daño a los demás, aunque no siempre lo consigan (¿alguien lo logra?), y que sean razonablemente inteligentes (la estupidez la sobrellevo mal)…
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Raramente.
¿Es usted una persona sincera? 
Suelo serlo, pero sé que la sinceridad llevada al extremo también puede resultar dañina. Hay que saber administrarla.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo, conversando y viajando.
¿Qué le da más miedo?
El odio.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La sacralización de la riqueza y la hipocresía que suele acompañarla.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No me imagino sin una vida creativa (también me encantan la pintura, la música, el cine…), pero si no me quedara más remedio supongo que me habría dedicado a algo que me permitiera viajar mucho.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, pero no el suficiente.
¿Sabe cocinar?
Es lo que sé hacer mejor.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
De la realidad, a Bartolomé de la Casas. De la ficción, a Philippe Marlowe.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Mañana.
¿Y la más peligrosa?
Patria.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, la violencia me produce horror. Y la idea de matar me parece aberrante.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy de izquierdas, pero si quiere más precisión: soy partidario del comunismo democrático. Y sí, eso existe.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Me gusta ser lo que soy, aunque a veces me enoje conmigo mismo (y, más en general, con la especie humana), pero no me molestaría poder ponerme en el punto de vista de un cometa, viajar entre planetas sin miedo a la muerte o a la soledad, acercarme al misterio de los astros.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Soy epicúreo por naturaleza y tengo tendencia a la desmesura.
¿Y sus virtudes?
La principal es haber aprendido a desconfiar de mí mismo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Las de las personas que quiero.

T. M.