domingo, 12 de enero de 2014

Entrevista capotiana a Sabas Martín

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Sabas Martín.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Si alguna vez pudiera acceder a ella, seguramente escogería la isla mágica de San Borondón, la que aparece y desaparece en el mar. Sería vivir en el lugar perfecto donde se cumplen las utopías. Pero como es bastante improbable que eso ocurra, me conformo con alguna de las islas pequeñas de Canarias, como El Hierro o La Gomera, en los paisajes crecidos al calor de la memoria.
¿Prefiere los animales a la gente?
Tengo la tentación de decir que prefiero a los animales. O, en cualquier caso, a los seres humanos que tengan la nobleza, la lealtad y la generosidad de los animales sin pedir contrapartidas.
¿Es usted cruel?
No, de manera consciente.
¿Tiene muchos amigos?
Conocidos y compañeros, muchos. Amigos, menos. Pero algunos sí que hay.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
La fidelidad, la entrega, la comprensión, el afecto silencioso.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
La amistad se basa en no esperar nada a cambio. Como nada espero, los riesgos de decepción disminuyen.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí, en la medida en que la sinceridad no ocasione males mayores.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
En contacto con la naturaleza. Tengo una pequeña finca y me gratifica estar en contacto con la elementalidad de la tierra: podar, cultivar, vendimiar…
¿Qué le da más miedo?
La intolerancia, la represión, el autoritarismo. La mezquindad moral, en suma.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Lo mismo que me da miedo, más la hipocresía.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
En verdad no me imagino otra vida en la que la literatura no esté presente.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí. Para huir del sedentarismo acudo a un gimnasio y hago algo de natación.
¿Sabe cocinar?
Sí y  con bastante solvencia.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A lo mejor un personaje anónimo, de esos que no protagonizan la Historia pero que la padecen o la hacen posible.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Sin duda, Esperanza. Que es uno de los rostros de Libertad.
¿Y la más peligrosa?
Prohibido.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. Pero los sueños son libres.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Siempre del lado de las víctimas, nunca cómplice de los verdugos. Humanismo y liberal son dos términos con los que me identifico plenamente. De todas formas, más que en los sistemas y doctrinas políticas, creo más en las personas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Alguna que otra vez he fantaseado con ser maestro de ceremonias de un circo o director de orquesta.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Los derivados de vivir la vida y sus placeres con toda la intensidad que sea posible.
¿Y sus virtudes?
Lealtad y una inagotable capacidad de trabajo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Seguramente los rostros de las personas a las que amo y desearía que alguna vez me hubiesen amado.

T. M.