jueves, 31 de julio de 2014

Entrevista capotiana a Luis Pancorbo

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Luis Pancorbo.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
No me lo quiero ni imaginar. Eso es el infierno. El paraíso no existe, pero se aproxima a un sitio del que puedes salir, y adonde a lo mejor puedes volver.
¿Prefiere los animales a la gente?
Bueno, no hay mucha diferencia. El raciocinio es lo que falta a muchos congéneres. 
¿Es usted cruel?
Con los gusanos que pongo de cebo.
¿Tiene muchos amigos?
Los justos. Y ya son muchos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que no escurran el bulto.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Con la edad no esperas decepciones. Esperas otra cosa.
¿Es usted una persona sincera? 
Todo lo que permite serlo una civilización como la nuestra. Eso ya lo estudió Freud: no debe aflorar el instinto, ni por supuesto la libido, y mucho menos dar rienda suelta a los sueños. Así vamos.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
No sé muy bien qué es tiempo libre y tiempo ocupado. Todo es tiempo. Falta tiempo para todo. Y con todo lo que a uno le queda por ver, leer, escribir, tal vez vivir…
¿Qué le da más miedo?
Si empezamos a tener miedo ya estamos muertos.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Por supuesto que me escandaliza la explotación del hombre por el hombre. Porque eso, con medios a lo mejor más sutiles, no ha sido abolido.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Uno se debe a una realidad inscrita por un lado en los genes, y por otro lado en cómo te ha ido modelando el oleaje de la vida. Salirse de eso es bastante difícil. Pero siempre te queda la noche para tener algún buen sueño.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Nadar que viene de nada, pero que también sirve para flotar y pescar a veces.
¿Sabe cocinar?
Las ensaladas.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
¿Uno solo? Tal vez a una mezcla de un escritor y su personaje, un Charlie Marlow real y un Joseph Conrad de fantasía.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
A mí me gusta mucho “domani”.
¿Y la más peligrosa?
“No”, que a menudo es la palabra más necesaria, si bien no para recibirla tú.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Es indudable que existen los errores de la natura en el mundo hominal, pero en fin, ya se sabe que ellos mismos pasarán a morder el polvo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Manifiestamente mejorables.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Yo creo que es admirable alguien que escribe buena música.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Yo no los llamaría vicios, sino ese espacio fronterizo que llevamos entre el azar y la necesidad.
¿Y sus virtudes?
Hoy hay que hacer algo. Y mañana lo mismo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Lo mejor en esos casos es que te quedes en blanco. Supongo.

T. M.