sábado, 2 de agosto de 2014

Entrevista capotiana a Juan Vico

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Juan Vico.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una película de Wes Anderson.
¿Prefiere los animales a la gente?
No me entiendo muy bien con los animales; con la gente, un poco mejor.
¿Es usted cruel?
Lo imprescindible.
¿Tiene muchos amigos?
Diría que sí, por suerte.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que me rían las gracias.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No demasiado.
¿Es usted una persona sincera? 
¿Un escritor sincero? No sé, no sé.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Mi tiempo libre y el que no lo es se confunden peligrosamente.
¿Qué le da más miedo?
La falta de tiempo, en todos los sentidos.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me indignan muchas cosas, pero no se me ocurre casi nada que me escandalice.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Leería más, eso seguro.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Corro estúpidamente sobre una cinta durante varias horas a la semana.
¿Sabe cocinar?
Hago un estofado cojonudo.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Gainsbourg, quizás.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Deseo.
¿Y la más peligrosa?
Verdad.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
¿Y quién no?
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Fundamentalmente escéptico.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Millonario.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Los más interesantes son los inconfesables.
¿Y sus virtudes?
Mi empeño en no aburrirme.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Con lo bien que se estaba en la orilla…

T. M.