miércoles, 27 de agosto de 2014

Entrevista capotiana a Luis Muñoz

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Luis Muñoz.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
El barrio del Albaicín en Granada. Viví en la zona baja del barrio durante varios años y no hay ningún lugar donde me haya sentido tan bien.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero a la gente. A los animales trato de entenderlos, porque me gustan, sobre todo los perros, pero encuentro demasiadas lagunas en nuestra comunicación.
¿Es usted cruel?
Me temo que estoy incapacitado para la crueldad. A veces me gustaría, pero no me sale o el impulso se disuelve antes de aflorar a la superficie.
¿Tiene muchos amigos?
Unos pocos, la mayoría de hace mucho tiempo. No de la infancia, pero sí de la primera juventud, y también algún amigo y amiga más recientes. Mis dos hermanas y mi hermano están, además, entre mis mejores amigos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Alegría, autenticidad, claridad, inteligencia, que me digan las cosas realmente cómo las ven sin dejar de estar de mi lado.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Me decepcionan a veces personas con las que trato circunstancialmente y que he supuesto que tenían determinados valores. Los amigos, no, aunque creo que soy calladamente exigente con ellos.
¿Es usted una persona sincera? 
Lo que digo suelo intentar que sea sincero, pero hay muchas cosas que no digo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Caminando. Me encanta participar en la inagotable variedad del mundo ligada al ritmo de los pasos. También viendo películas, sobre todo en casa, y yendo a algún restaurante con mi pareja o amigos.
¿Qué le da más miedo?
Que puedan sufrir las personas a las que amo. En cuanto a mí, me da miedo que por mi necesidad de soledad, que es enorme, pueda quedarme realmente solo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Los abusos de autoridad y poder. Hacen que me hierva la sangre.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me hubiera gustado ser médico.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Correr. Me ayuda a sentirme bien. Cuando era adolescente no me gustaba correr, aunque sí la vela, en embarcaciones muy modestas que compró mi padre, una tabla, un 470, y que ahora echo de menos.
¿Sabe cocinar?
Lo intento. Si tengo tiempo y puedo hacerlo con tranquilidad, me gusta mucho. Una de las cosas que más me ha enseñado sobre cocina es algo que, al principio, cuando hice por primera vez algunos platos, me ponía nervioso. Le preguntaba a mi madre la receta de algo y en el momento de llegar a que me dijese la cantidad de algunos ingredientes, me respondía “lo que admita”.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Goya.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Estudio.
¿Y la más peligrosa?
Entusiasmo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sólo en sueños, pero la culpa me ha perseguido de un sueño a otro durante varias noches.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy visceralmente de izquierdas. Encuentro en la izquierda democrática a mis únicos interlocutores, muchas veces para no estar de acuerdo, para discutir con ellos.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Dibujante de viñetas.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El orgullo.
¿Y sus virtudes?
La ausencia de algunos pecados, como la vanidad.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Imágenes de mi infancia en la playa de Torre del Mar, donde iba de pequeño con mi familia, cuando creía que me ahogaba y resultaba no ser cierto. Es decir, sol radiante, gaviotas, gente en traje de baño, arena, sombrillas, colchonetas, barcas.

T. M.