En la última Clarín. Revista de Nueva Literatura (núm. 112, julio-agosto 2014),
tengo el placer de publicar “El escritorio de Neruda que vino del mar. Un
diario chileno”. En él hablo de mi visita a la Feria del Libro de Santiago de
Chile en otoño del 2009 –presentación de mi novela Hildur junto al poeta Jaime Quezada y el narrador Darío Oses y
asistencia a una charla de Jorge Edwards, entre otros actos–, de mi visión de
las dos casas-museos de Neruda, en Santiago y en Isla Negra, absolutamente
fascinantes, de un lejano recuerdo leyendo, joven y pobre y romántico, Confieso que he vivido, de otros
escritores chilenos, muy especialmente de Roberto Bolaño a partir de un gran
libro de Quezada, que compartió casa con él en México, e incluso del terremoto
que asoló el país en febrero del 2010: a fin de cuentas del extraño azar que provoca que, en esa desgracia o en cualquier otra que nos rodean, no
seamos uno de sus muertos.
