lunes, 23 de noviembre de 2015

Entrevista capotiana a Leopoldo Ceballos

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Leopoldo Ceballos.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
En una casa similar a la actual en la que vivo, rodeada por un amplio jardín, con vistas al mar, junto con mis libros y mi música. Invitaría a ir a verme a mis mejores amigos ya que parece que ellos sí podrían entrar en ese lugar.
¿Prefiere los animales a la gente?
Nunca me he planteado ni me plantearé tal disyuntiva. Son, totalmente, para mí amores distintos.
¿Es usted cruel?
No, pero es posible que, sin quererlo, haya hecho daño a alguien.
¿Tiene muchos amigos?
Pienso que sí. En este sentido soy una persona privilegiada. Pero distingo a mis amigos íntimos que son sólo unos pocos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
El desinterés, el afecto, el optimismo y el mutuo respeto.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No es frecuente que ocurra pero alguno me ha decepcionado.
¿Es usted una persona sincera? 
En principio, creo que lo soy. Pienso que odio la mentira. Pero, evito decir la verdad cuando con ella puedo herir a cualquiera.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Estando con mi familia o amigos, leyendo un libro o viendo una buena película y  oyendo música.
¿Qué le da más miedo?
El dolor y la crueldad.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La corrupción y la estupidez.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Yo solo me considero un aprendiz de escritor actividad a la que me he dedicado desde que me jubilé. Durante toda mi vida he trabajado, afortunadamente, en empresas o puestos que me han permitido viajar o vivir a múltiples países y conocer a gente muy diversa y perteneciente a diferentes culturas. Sin embargo, si pudiera  empezar de nuevo si intentaría ser un buen escritor.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Siempre he hecho deporte: tenis, frontón, baloncesto, ciclismo, senderismo y ahora, a la vejez, andar y natación.  
¿Sabe cocinar?
No mucho, pero algunos platos me salen bastante bien como el pastel de carne o la ensaladilla rusa.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Posiblemente, a Stefan Zweig que, desde el punto de vista intelectual, es fascinante y el paradigma del éxito y la desgracia. Otro personaje que me apasiona es Hernán Cortés.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Paz que en árabe se dice salam y en hebreo shalom.  Y,  también, amor.
¿Y la más peligrosa?
Seguramente, fanatismo y odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Nunca se me ha ocurrido tal aberración.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy bastante ecléctico. Intento ver lo positivo en las principales tendencias pero, en todo caso, sin aceptar extremismo alguno de derecha o izquierda.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un rinoceronte o un león. Cualquier animal poderoso que viva libre.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Hace años, la lujuria aunque no creo que, si es moderada, deba ser considerada como vicio.  Actualmente, la pereza.
¿Y sus virtudes?
Posiblemente, la honradez y la perseverancia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
No tengo ni idea. En todo caso, intentaría no ahogarme.

T. M.