miércoles, 23 de marzo de 2016

Entrevista capotiana a Laura Falcó Lara

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Laura Falcó Lara.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Donde esté mi familia y amigos.
¿Prefiere los animales a la gente?
Depende de que personas y de que animales estemos hablando…
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
Amigos pocos, conocidos un montón.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Lealtad y sinceridad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, por eso mismo tengo pocos.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí, a veces demasiado.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Escribiendo, investigando o leyendo sobre los enigmas y misterios que nos rodean, haciendo manualidades o bricolaje.
¿Qué le da más miedo?
Perder a mis seres queridos o verles sufrir.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Creo que casi nada.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Aunque escribo, sigo trabajando. Hasta hace poco de editora de libros y ahora de revistas.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Practicaba muchos… y lo cierto es que debería volver a ponerme en forma.
¿Sabe cocinar?
Sí.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Quizás Ana María Matute o Terenci Moix.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Posiblemente la Empatía.
¿Y la más peligrosa?
El odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Me declaro apolítica, voto por descarte a lo que creo que es menos malo para la economía del país.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Cantante, aunque no tengo voz para ello. Siempre he pensado que cantar bien es un don precioso.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Comer dulces.
¿Y sus virtudes?
La empatía, el preocuparme más por los demás que por mí misma.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Imagino que pensaría en mis hijos.

T. M.