sábado, 21 de mayo de 2016

Cartapacio sobre J. M.ª Conget en “Turia”


El último número de la revista Turia (117-118) dedica un cartapacio a José María Conget, y no se me ocurre ningún narrador español que merezca hoy un homenaje como ese. El nivel artístico de este trotamundos nacido en Zaragoza en 1948 –Glasgow, Lima, Londres, Nueva York, París, entre otras, han contemplado sus tareas como profesor o impulsor de actividades culturales del Instituto Cervantes– no lo supera nadie. Su estilo, su capacidad innovadora, su ritmo novelesco, su originalidad en el punto de vista narrativo, su continuo desafío de sorprender, de hacer melancolía y humor de sí mismo, de toda una generación, son lecciones de primer orden. En este blog Conget ha aparecido muchas veces, como reflejo de alguna entrevista y de las reseñas que he ido publicando de sus obras en el periódico La Razón o en la revista Clarín, y siempre insisto en esa idea, más en un país en que se idolatra a tanto autor mediocre que está amparado por potentes grupos editoriales detrás. Conget ha publicado sobre todo en la exquisita e independiente Pre-Textos, y su grandeza como escritor es directamente proporcional a su grandeza como ser humano, su integridad, humildad y moral. Lo dice perfectamente Maribel, su esposa, en las páginas de Turia, cuando habla de cómo él jamás se aprovechó de sus puestos de responsabilidad para medrar en favor de sí mismo. Ojalá todos hicieran lo mismo y fueran su talento y sus escrituras las que se abrieran paso. Pero el mediocre necesita hacer esas escaladas de relaciones públicas, mientras que el verdaderamente grande solo piensa en el reto de la próxima página.

Varias son las voces autorizadas que dedican estupendos escritos a las distintas facetas de Conget: Juan Marqués analiza su Trilogía de Zabala, Ramón Acín se adentra en el elemento lingüístico y memorialístico del autor, Fernando Valls comenta sus cuentos, Domingo Ródenas de Moya explora sus ensayos, José-Carlos Mainer habla de la mezcla de géneros que suele practicar, Pablo Pérez Rubio escribe sobre la importancia del cine en su obra y cotidianidad, Ignacio Martínez de Pisón habla de su Zaragoza, Juan Bonilla reflexiona sobre cómo ha hecho literatura de su vida, Manuel Aguirre dedica su texto a hablar de otra de las aficiones del homenajeado, los tebeos, Manuel Borrás pone de manifiesto cómo su obra ha sido “tratada con cicatería por la crítica patria” –los mediocres, sí, se hablan y apoyan entre ellos, dejando fuera a los que realmente lo merecen–, Maribel Cruzado habla magníficamente de cómo es estar casada con él y llevar juntos desde la juventud, lo que se amplía con el artículo de Juan Domínguez Lasierra, “Un tándem: Conget/Cruzado”, y como remate, se aporta una larga entrevista con el autor, sensacional, de Julio José Ordovás, más un cuento del propio Conget y una biocronología preparada por Fernando del Val. Un tesoro todo para los congetianos, que ya esperamos su próximo libro con la expectación, siempre satisfecha, con la que nos colma el que es el mejor narrador español sin discusión.