sábado, 11 de junio de 2016

Entrevista capotiana a Rebeca Viguri

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Rebeca Viguri.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Creta.
¿Prefiere los animales a la gente?
No son excluyentes. Prefiero mi perro a algunas personas, por ejemplo, y a algunas personas más que a mi perro. No se trata de animales versus personas, sino de qué lugar ocupan en la escala de lo que me importa.
¿Es usted cruel?
Creo que no.
¿Tiene muchos amigos?
Buenos, verdaderos, para poder confiar en ellos ciegamente… menos de diez. Y amigos de “segundo grado”…, sí, muchos. 
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
La honestidad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
En cuestiones fundamentales, no.
¿Es usted una persona sincera? 
Diría que sí.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Depende de la estación: leyendo en invierno y al sol en verano.
¿Qué le da más miedo?
El fanatismo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El fanatismo también.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No llevo propiamente una vida de escritora, dedicada únicamente a la literatura. Al menos, de momento. Dentro de unos años, puede que sí.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, unos cuantos y si pueden ser al aire libre, mejor.  
¿Sabe cocinar?
Poquísimo. La cocina me aburre… infinitamente.  
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Amy Foster, de Joseph Conrad.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Inteligencia.
¿Y la más peligrosa?
Fanatismo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, pero sí que a veces me hubiera gustado abofetear.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Creo que la política está dejando de existir: la han convertido en electoralismo, y además bastante ramplón. A los ciudadanos nos hacen elegir entre el mal menor a la hora de votar y eso no creo que sea tener una tendencia política sino votar con pragmatismo.  
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Capitán de barco en el siglo XIX.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La impaciencia.
¿Y sus virtudes?
Ni idea, no sé si tengo muchas, y no me corresponde a mí enumerarlas.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Mi niñez en casa de mi abuela. Sin esa niñez en esa casa, con mi abuela como referente, creo que nunca habría podido escribir una sola línea. Marcó mi vida (para bien) y ha sido la principal fuente de resiliencia cuando la he necesitado.
T. M.