En 1972,
Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que
nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los
perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo
con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus
frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman
la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de
la vida, de Ricardo Moreno Castillo.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Madrid.
¿Prefiere los animales a la gente?
No,
prefiero la gente.
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
¿Tiene muchos amigos?
Bastantes.
Digamos que los suficientes.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Inteligencia,
cortesía y discreción.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Raramente.
Se conoce que los escojo bien.
¿Es usted una persona sincera?
No creo
que la sinceridad sea siempre una virtud. Procuro ser sincero cuando un amigo
me pide consejo en privado, cuando creo que debo hacer públicas mis opiniones,
y procuro también no halagar a nadie para obtener favores, pero fuera de estas
situaciones y quizás alguna más, no pienso que se deba ser siempre sincero.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo,
estudiando y escribiendo.
¿Qué le da más miedo?
La pérdida
de mis seres más queridos.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La
estupidez humana.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho?
No soy
escritor profesional, sino profesor. Si hubiera nacido millonario sí que
hubiera dedicado mi vida a estudiar y escribir.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Poco. Tan
solo caminar.
¿Sabe cocinar?
No.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Chesterton.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
Inteligencia.
¿Y la más peligrosa?
Estupidez.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí he
deseado la muerte de alguien, pero no lo hubiera matado.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Digamos
que de centro izquierda.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Maquinista
de una locomotora.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Me cuesta
cerrar las heridas. Quizás por eso soy algo rencoroso.
¿Y sus virtudes?
Soy
alegre, tengo aficiones baratas y gracias a eso puedo ser feliz con
relativamente poco. Con capacidad de hacer amigos, aunque también me gusta la
soledad.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
La de mi
mujer, mis hijos y mis nietos.
T. M.